Edificios nostálgicos de un pasado mejor; calles poco transitadas; bloques habitacionales cerrados, ventanas tapiadas; y un puerto semivacío: cuesta creer que por estos muelles pasaba 40% de la economía mundial, que por aquí emigraron 10 millones de europeos, que el gran imperio británico dependió tanto de Liverpool.

 

Mientras vemos el caudal del río Mersey, pensamos que todo el esplendor que quedó aquí, se basa en dos religiones, si acaso las exportaciones británicas con más impacto: futbol y beatlemanía.

 

A donde veamos, hordas de turistas persiguen un pedazo de ellos cuatro, de los muchachos que emergieron justo cuando su puerto se convertía en reliquia, de los revolucionarios Lennon, McCartney, Harrison y Starr.

 

Fila para retratarse frente a la placa que marca el inicio de la calle Penny Lane. Otra hilera ante una reja roja que anuncia entrada a los Strawberry Fields. Incluso hasta al cementerio ingresa algún turista para sacar foto a la tumba de Eleanor Rigby, mujer que no podía enterarse que con una vida de la que se sabe más bien poco, prestaría nombre a una inmortal canción.

 

En escasos 10 minutos caminamos del puerto al distrito de La Caverna. Imposible perderse con los letreros y mapas que el gobierno local ha colocado orientando al visitante.

 

Finalmente encontramos un angosto callejón, justo a un costado del hotel Hard Days Night cuya fachada muestra la estatua de los cuatro Beatles.

 

Una nueva efigie de Lennon sonríe junto al acceso a The Cavern, bar en el que la historia Beatle comenzó. El sitio original de conciertos fue demolido años atrás y con los ladrillos rescatados se construyó este, recreando la estructura del de antaño.

 

Sobre el escenario entrevistamos a Dave Jones, director del Cavern, quien nos habla de la historia del lugar. Justo hacemos una pregunta respecto a la implicación en el proyecto de Julia Baird, la media hermana de John Lennon a la que entrevistaremos ese día, cuando se ruboriza un poco y señala, “mejor pregúntale a ella que ya está escuchando”. Tras la pesada luz de la cámara, vemos la silueta de una mujer de pequeña estatura saludando.

 

Mientras nos presentamos con Julia, no podemos evitar analizar sus rasgos y gestos, encontrar en ellos al célebre hermano asesinado 31 años atrás; para ella no debe ser cómodo pero su peinado con cabello caído a los lados remite inevitablemente a John.

 

Julia, en tanto, prefiere compartir anécdotas de sus viajes por México: “Me enamoré de la gente y de todo lo que hay ahí, pasé un mes recorriendo un lado de México, al siguiente año recorrí en cinco semanas el otro lado. Me iba moviendo en camiones públicos”.

 

Vamos al inicio, a los primeros recuerdos de su hermano mayor: “Nos dijo cuando tenía como 11 años, y así lo cito en mi libro, ´no sé si existan genios, pero si sí, yo soy uno´. Cuando mi hermana le dijo, ´la guitarra está muy bien John, pero nunca podrás vivir de eso´ toda la familia coincidía. Había gran preocupación sobre el futuro de John”.

 

Julia ha escrito el libro Imagina esto: crecer con tu hermano John Lennon, precisamente como una búsqueda del verdadero Lennon, salvarlo de beatificaciones, humanizarlo: “Cuando gente que nunca conoció a John, sino que conoció a alguien que conoció a alguien que conoció al amigo del amigo, y se sientan a pontificarlo, no me interesa verlo. Imagínate que personas que viven a 10 mil kilómetros de ti, empiecen a hablar de tu familia y de tu infancia sin el menor de los conocimientos. El libro fue una revelación primero que para nadie, para mí misma. Encontré cosas que no sabía. Entrevisté a Paul y me contó historias geniales, se explaya, ríe, también llora en esa entrevista”.

 

A McCartney lo recuerda desde sus primeras visitas a casa, o más bien rememora la forma en que los dos líderes Beatles vestían mucho antes de la celebridad: “eran sólo dos chavos echando relajo, riendo y bromeando, podía verlos con su ropa rebelde, sus botas de pico, su cabello lleno de vaselina, sus chamarras de piel negra”.

 

Ha corrido la versión de que a Julia Baird no le gusta la música de los Beatles, ella desmiente pero dice algo que para muchos fanáticos del hermano podría sonar a herejía: “no es que no me gusten los Bleatles, aunque sí que prefiero a los Rolling Stones. Sí debo decir que detesto Yellow Submarine, es la peor canción jamás compuesta. Sólo porque era de los Beatles y estaban en su momento de fama meteórica, pero si una banda nueva la compone y la toca en este escenario, contéstame tú, ¿qué director de disquera los querría grabar?” (Me dirige el micrófono y exige respuesta)

 

?Probablemente se reirían…

 

?Gracias. No todo lo que hicieron fue perfecto.

 

Tomamos un café juntos. Salimos a caminar por Liverpool y pronto aparece otra estatua de John. La analiza y dice “no es precisamente mi favorita; hay una estatua que hicieron en La Coruña, John está sentado, y me impactó verla… Es impresionante el parecido con su gesto”.

 

No puedo dejar de preguntarle por un tema poco hablado: Lennon y los deportes: “No era tan fanático al futbol, sino más bien al cricket. De niños jugábamos con pelotas de cuero, bates verdaderos. Hacíamos un desastre, rompíamos ventanas, nos abrimos la cabeza, nos rompimos brazos, nos rompimos costillas jugando, el cricket para él era un juego serio y John pasó mucho tiempo jugándolo. También veíamos en el estadio al South Liverpool, no al equipo grande que conoces del Liverpool, sino uno de barrio. Lo recuerdo alguna vez ahí parado y aplaudiendo a este equipo muy chico de Liverpool. Con el golf lo que hacíamos era robar bolas y vendérselas a los golfistas”.

 

A más de tres décadas de la muerte de Lennon, Julia intenta reemplazar al mito por el hombre, al ídolo por el humano, a la leyenda por su hermano.

 

Al despedirnos, un fanático la reconoce y ella se incomoda; sonríe tímida, claramente no le gusta ser centro de atención, huye a los reflectores. Se pierde entre unos japoneses que esperan turno para abrazar la estatua de Lennon y retratarse, avanza hacia una multitud que subirá al camión del Magical Mistery Tour que toca los puntos de Liverpool vinculados a los Beatles, gira donde vimos más temprano a un muchacho vestido de Sargento Pimienta que tocaba la guitarra.

 

Aún con un libro tan bien logrado, difícil tarea la que se ha propuesto Julia. Conforme pasan los años, casi imposible.

 

@albertolati

 

 

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