En un evento que difícilmente pudo haber sido más multicultural, el escritor mexicano Juan Villoro presentó en esta ciudad un libro de crónicas sobre la capital alemana, “Berlin (dividido)”, escrito al alimón con la novelista argentina Matilde Sánchez.
 
 
“Pensé que vivir en Berlín me daría material para escribir una novela de intriga internacional, y aunque eso no ha pasado, sigo trabajando en ese proyecto”, explicó Villoro, quien contribuyó al libro con un par de crónicas sobre la capital alemana.
 
 
La presentación, celebrada el jueves por la noche en la librería McNally Jackson de Manhattan, consistió de una conversación de poco menos de una hora con la poeta chilena Soledad Marambio, y de respuestas a algunas preguntas del público.
 
 
Las crónicas berlinesas de Villoro –quien aprendió alemán desde la niñez en el Colegio Alemán, en la Ciudad de México– se basaron en su experiencia como agregado cultural en la Embajada de México en la República Democrática Alemana (Alemania Oriental) de 1981 a 1985.
 
 
En entrevista con Notimex, Villoro indicó que Berlín –donde operaba “la máquina paranoica” del comunismo- y la Ciudad de México, donde está basado su hogar, son sumamente diferentes, aunque se atrevió a establecer algunas comparaciones.
 
 
“Berlín fue víctima de la destrucción de la guerra, y hay ruinas que tenían que ver con el pasado violento de la ciudad, con la guerra. México también es una ciudad que se ha destruido mucho a sí misma, pero sin guerra de por medio”, afirmó el escritor.
 
 
Villoro –quien actualmente imparte clases en la Universidad de Princeton– explicó que Berlin y la Ciudad de México son asimismo urbes poco convencionales, que han cambiado mucho su paisaje y arriesgadas respecto de su historia.
 
 
“Aunque la historia de Berlín ha sido más dramática y ha contado con mayor presupuesto”, bromeó el novelista, cuentista, ensayista y periodista.
 
 
Villoro indicó también la importancia de algunos de los valores prevalecientes en la Alemania socialista de los 80, enfocados más en las relaciones humanas y en la solidaridad, más que en el consumismo y la monetización de las experiencias.
 
 
“Uno de los grandes problemas de hoy en día es que vivimos inmersos en el consumo. La gente piensa que vale por lo que tiene, por lo que compra. Y esa tiranía de las marcas, del mundo corporativo, es muy perniciosa porque nos aleja de nosotros mismos, de nuestra vida interior”, opinó.
 
 
Subrayó que aunque el experimento socialista en el mundo “desagraciadamente desembocó en sociedades que impedían la libertad individual”, criticó la falta de participación real de la gente en la toma de decisiones dentro de las sociedades capitalistas contemporáneas.
 
 
“Nuestras democracias son representativas, no participativas, y eso hace falta. El socialismo no era democrático, pero existían estas importantes redes comunitarias”, declaró. (Notimex)