Camila tenía 22 años cuando la conocí. Se casó a los 15 años,  tuvo dos hijos, después su esposo la abandonó para irse a trabajar ilegalmente a Estados Unidos.

 

Ella siguió trabajando y estudiando. En la Universidad conoció a un hombre que la enamoró, entonces pensó que comenzaría una nueva etapa.

 

Cuando me platicó su historia dijo una frase que me causó escalofríos y es que los tratantes como el que atrapó a Camila utilizan el enamoramiento, el chantaje y la amenaza para convencer a sus víctimas.

 

Su supuesta pareja la asustó diciéndole que si no pagaba lo que debía lo iban a meter a la cárcel. Le pidió que le demostrara su amor aceptando trabajar, por unos días, como sexoservidora. Días después le dijo: “si te escapas mato a tus hijos o a tus padres”.

 

Cuando intenté ayudar a unas amigas de Camila recurrí a un policía importante, su respuesta me dejo helada: “señora, deje su sentimentalismo, a estas niñas les gusta”.

 

La falta de homogeneidad en las ley de los estados en materia de trata de personas (los que la tienen) y la falta de fiscalías especializadas que lleven el proceso judicial y acompañen a la víctima a la hora de  testificar y encarar al tratante (que lamentablemente las leyes vigentes lo exigen) ha propiciado que la gran mayoría de los detenidos por este delito minimicen sus sentencias, o peor aún, a salir libres por errores en el proceso o falta de evidencia.

 

En los pocos estados donde hay operativos, las víctimas al ser rescatadas, muchas veces son re-victimizadas. Su identidad no es protegida. Encarar a los tratantes que las lastimaron y humillaron de la peor manera es un momento durísimo para ellas que se encuentran en una etapa inicial de su recuperación y muchas veces sufren abusos por parte de personas cuya labor debería ser protegerlas.

 

Pero esto es un problema no sólo con las autoridades, también con la familia, amigos y amigas de las víctimas porque las rechazan, las culpan y las juzgan.

 

El gobierno de Baja California es un ejemplo de los esfuerzos encaminados a prevenir la trata de personas, en alianza con la Red Binacional de Corazones Azules capacita a funcionarios de los gobiernos municipales, de la policía y la procuraduría estatal.

 

En el Reporte de Tráfico de Personas 2011 del Departamento de Estado de los Estados Unidos, México está clasificado en nivel “Tier 2”. Esta es una calificación que se otorga a países que presentan una situación grave de trata de personas, pero que están realizando acciones significativas para combatir este delito.

 

*Diputada federal por el PAN