A más de dos décadas del reconocimiento del Estado a los derechos humanos a través de la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), así como sus similares estatales, el balance no es favorable.

 

Según la última encuesta de este organismo, aunque buena parte de los mexicanos es consciente de que goza de estos derechos, sólo tres de cada siete está enterado de que existen mecanismos para promover su defensa, además de que aún persiste el temor a denunciar los abusos de la autoridad.

 

Por otro lado, los defensores de los derechos humanos aún no aparecen como una figura que influya en la ciudadanía, toda vez que la Iglesia, el Ejército y el Instituto Federal Electoral son las instituciones que gozan del voto de confianza de los mexicanos.

 

Pero difundir una cultura de los derechos humanos es todo un reto, sobre todo por el clima de violencia derivado de la lucha entre el gobierno federal y el crimen organizado, que es un elemento adicional que confunde sobre el inicio y fin de las garantías individuales.

 

Incluso la visión sobre los alcances de atender estas garantías varía en las distintas regiones del país. Este es el caso del Distrito Federal, Jalisco, Querétaro, Nuevo León y Puebla.

 

La primera entidad, el DF, transita en un diálogo con las autoridades para garantizar el respeto a los derechos de los ciudadanos, mientras que Jalisco y Querétaro tienen aún una alta concentración de población en zonas rurales e indígenas donde sus pobladores aún no tienen muy claro que merecen el mismo respeto que cualquier persona de la gran ciudad.

 

Otra de estas entidades, Nuevo León, es uno de los estados que fue tomado por el crimen organizado como laboratorio de pruebas para mostrarle al gobierno federal que la pelota está de su lado y que nadie es capaz de quitarle el balón, en un torneo donde gana quien suma más muertes en el campo enemigo.

 

Y por último Puebla, un estado que está en el ojo público gracias a que su desarrollo industrial y calidad de vida se han convertido en dos poderosos imanes que atraen a nuevos pobladores de zonas tan cercanas como el Distrito Federal o tan lejanas como el mismo Nuevo León.

 

Aquí la visión que sobre el avance de los derechos humanos existe en estas cinco entidades, diferentes entre sí, pero con la misma tarea cotidiana de garantizar el respeto entre los ciudadanos, entre aquellos que piensan y sienten distinto y entre aquellos encargados de ejercer y hacer respetar la autoridad.