Uno de los grandes pendientes que dejará el presidente Felipe Calderón a su sucesor es el enorme pasivo laboral que tiene Pemex en su contabilidad y que, en números redondos, se aproxima a los 60 mil millones de dólares.

 

No podía ser de otra manera. Las deudas laborales contingentes que tiene Pemex crecen a pasos agigantados derivados de un oneroso contrato colectivo de trabajo con prestaciones muy superiores a las del sector energético y, especialmente, derivadas de un sistema de jubilación sumamente costoso.

 

Los trabajadores de la petrolera estatal que ahora tienen, en promedio, 40 años de edad y 17 años de antigüedad, están en posibilidad de jubilarse, en promedio, a los 48 años de edad si consideramos que la jubilación en Pemex es posible una vez cumplidos los 25 años de servicios. Esto hace que los jubilados de Pemex sean bastante jóvenes, con una expectativa de vida de retiro prolongada y con una pensión elevada, lo que encarece el costo para la empresa.

 

Actualmente Pemex tiene más de un jubilado por cada dos trabajadores en activo y se espera que de aquí a 2015 el número de jubilados llegue a 100 mil, por lo que la relación sería de 1.5 jubilados por cada 2 trabajadores en activo; una carga que difícilmente la empresa podrá soportar. Se estima que las erogaciones anuales en jubilaciones rondarán los 65 mil millones de pesos para esa fecha.

 

El problema es de enormes proporciones para las finanzas actuales de Pemex y sobre todo para su crecimiento en el futuro. Con estas ataduras financieras Pemex no puede buscar más capital, por ejemplo a través de la colocación en el mercado de valores de los llamados ‘bonos ciudadanos’ tal y como se aprobó en la reforma energética de 2008. De allí que la emisión de estos bonos seguirá detenida hasta que el nuevo gobierno replantee el lastre que significa el pasivo laboral de la empresa.

 

El asunto es que Felipe Calderón pudo haber resuelto el problema de Pemex negociando a fondo con el sindicato petrolero que encabeza Carlos Romero Deschamps. Así lo había planteado al iniciar el año en vísperas de la negociación con el sindicato para la revisión a fondo del contrato colectivo de trabajo que se realiza cada dos años. Esa fue la principal razón del nombramiento de José Antonio Meade como secretario de Energía en enero de 2011 dado que el funcionario había sido el responsable de la relación financiera con Pemex desde la subsecretaria de Hacienda. Así que Meade Kuribreña llegó a Energía con la principal encomienda de diseñar y negociar con el sindicato un nuevo plan de jubilaciones para los trabajadores de reciente ingreso a la empresa que redujera la presión financiera.

 

Pero las negociaciones fracasaron. A finales de julio pasado el sindicato y la empresa firmaron la renovación de un contrato colectivo por dos años más sin modificaciones sustanciales. A decir de los involucrados Calderón no quiso ceder a las peticiones políticas de Romero Deschamps en las negociaciones, a cambio de modificar el régimen de jubilaciones. Allí el Presidente decidió archivar el asunto hasta 2013.

 

Ahora Peña Nieto, de la mano de Romero Deschamps, recoge el guante y promete, por lo menos en su libro, reformas a Pemex que tendrían que comenzar por negociar el régimen de jubilación. Como siempre, Pemex puede esperar.

 

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