Los habitantes de Santa Bárbara, Durango, no sufren por cubrirse de la temperatura que alcanzó los 22 grados bajo cero, sino porque las tuberías de sus viviendas se congelaron y deben quemar leña para que el agua fluya.

 

En ese rancho viven 60 personas, es una propiedad privada, cuyos dueños son descendientes de alemanes. Las mejillas de la gente lucen los estragos del frío, aquí la coloración roja tiene que ver con las temperaturas, que el lunes pasado rebasaron su mínima histórica de 17° bajo cero, esta semana se enfrentaron a  22° centígrados bajo cero, de acuerdo con el reporte del Servicio Meteorológico Estatal.

 

Santa Bárbara está ubicada a 55 kilómetros de la ciudad de Durango, por la carretera Durango-Mazatlán. Esta comunidad compite con la localidad duranguense La Rosilla, Guanaceví; y con Temosachic, Chihuahua, para ser declarada la congeladora del país.

 

Ahí lo inusual no es el frío sino el calor. Todas las casas tienen una estufa de leña, que se mantiene prendida de forma permanente.

 

Ahí donde hace nueve años todavía había bisontes, ahora sólo hay venados y llamas que son cuidados por un hombre que dice su casa “es más calientita” por tener el techo de lámina no de madera.

 

Los hombres de las siete familias que ahí viven se dedican cuidar ganado vacuno, y a la siembra de avena. El arroyo hoy amaneció congelado, también entre finales de noviembre y febrero, la estación meteorológica instalada por la Comisión Nacional del Agua suele congelarse.

 

En Santa Bárbara, es una escena común ver a los hombres juntarse alrededor de una fogata antes de iniciar su jornada de trabajo. Mientras tanto, las mujeres acercan unos troncos de leña, para quemarla cerca de las tuberías, y poder empezar sus actividades domésticas.

 

Sus pobladores a diferencia de los fuereños, que llegan como repollos –así le dicen en esa parte del norte a las coles-, usan chamarras de mezclilla, de piel o un buen suéter, porque en esa localidad a lo que no se acostumbran es al calor, que nunca rebasa los 20 grados centígrados.

 

En esa localidad la gente asegura estar acostumbrada a que su casa parezca un congelador y a que la cara les duela por las mañanas por tanto frío.