Reivindicación de los modestos, estandarte de los menos privilegiados, es la mayor revelación que el futbol europeo ha visto en un buen tiempo: un equipo chico, endeudado y conformado por desechos de otros clubes, que brinca a la cima de la liga española.

 

Sucede que el futbol, en ocasiones metáfora perfecta de la vida, está habituado a ver ganar a quienes tienen mayor presupuesto y capacidad de convocatoria. Círculo virtuoso (o vicioso, según quien lo disfrute o padezca) en el que la gloria histórica permite a unos vender más, y con esos ingresos comprar mejores jugadores, y con esos futbolistas lograr más títulos, y con esos éxitos incrementar ganancias, y con esos millones… en fin… una liga en la que Real Madrid y Barcelona sumaron durante el torneo pasado 85% de los puntos disputados frente a los restantes 18 cuadros.

 

Goleadas con marcadores beisboleros, futbolistas como Messi o Cristiano Ronaldo que se acostumbran a anotar de a tres en tres, frustración de los pequeños que no consiguen un reparto equitativo de ingresos por derechos de televisión (a diferencia de lo que pasa en las demás ligas europeas) y la eterna condena a luchar por las migajas que dejen los omnipotentes Madrid y Barça.

 

Entonces emerge el Levante Unión Deportiva y, acaso provisionalmente, pero todo lo refresca manteniéndose líder general: ni para cuándo den las 12, ni para cuándo termine el encantamiento, ni para cuándo se conviertan las victorias en calabazas. Ahí están, sólidos y viendo para abajo, al menos por hoy, a los gigantes.

 

Levante es el más humilde de los equipos de la Comunidad Valenciana; representa a  los empleados del puerto de Sagunto. Mucho tiempo a la sombra de sus vecinos del Valencia o el Villarreal, los levantinos poseen un plantel a priori visto como basurero: uno que fue suplente siete años en aquel club, otro al que nadie quiso comprar tras terminar contrato, alguno al que todos consideraban viejo para primera división, otro más que tuvo sus años de gloria hace una década. Una banda de treintañeros con el orgullo picado por años de comer banca.

 

Los números son implacables. Su gasto total en fichajes para la presente  temporada, fue de 210,000 euros: cifra que no alcanza para pagar una semana de sueldo a los cracks madridistas o barcelonistas. Su presupuesto total es de 20 millones de  euros, insuficientes para comprar incluso algún reserva actual de merengues o blaugranas (y a eso debemos añadir que la mitad de ese presupuesto es utilizado para saldar una vieja deuda).

 

¿Qué pasará? Lo más lógico es que pronto pierda gas y ceda sitio a los titanes, retomándose la liga bipolar… Pero, mientras eso sucede, Levante reivindica, además de a los humildes, al genuino futbol: corazón, dignidad, aplomo, afán de competir con lo que tienes y no con lo que quisieras tener.

 

 @albertolati

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