El día comenzaba a oscurecer. Eran poco más de las seis de la tarde del 30 de agosto de 2010 cuando una camioneta blindada que transportaba a cinco policías federales le cerró el paso a un convoy encabezado por un vehículo tipo Cruze negro de modelo reciente. El comandante a cargo bajó y realizó dos disparos de advertencia mientras gritaba: “Bájate cabrón”. Del auto negro descendió un hombre de complexión robusta, piel clara, cabello rubio y ojos azules, quien levantó las manos y dijo: “Tranquilos, yo soy La Barbie”.

 

Cayó Édgar Valdez Villarreal, alias La Barbie. No hubo resistencia a pesar de que los detenidos contaban, entre otras armas, con un lanzagranadas. Los federales sometieron a La Barbie y lo obligaron a arrodillarse con los brazos por detrás. Lo mismo sucedió con sus acompañantes quienes viajaban en un Focus blanco y un Malibu arena: Mauricio López Reyes, Juan Antonio López Reyes, Arturo Iván Arroyo Salas, Carmela Fernández Triana, Marisela Reyes Lozada, Maritzel López Reyes y Jorge Landa Coronado.

 

La detención se realizó en el poblado de Salazar, municipio de Ocoyoacac que colinda con Lerma, en el Estado de México. El lugar está a media hora de la Ciudad México y se caracteriza por ser una zona boscosa, con valles, presas, riachuelos y manantiales que atraen al turismo. Ahí culminó una persecución que inició cinco semanas atrás y que había sido denominada “Operación Juguete”, una obvia vinculación al apodo del presunto narcotraficante.

 

La historia comenzó en la zona residencial de las Brisas en Acapulco, Guerrero, un mes atrás, pues la Policía Federal contaba con información de que Édgar Valdez Villarreal tenía ahí una de sus casas de seguridad. Aunque esta era diferente, estaba equipada con todos los lujos y comodidades como alberca, salas al aire libre, salón de juegos con dos mesas de billar, palapa y una envidiable vista al mar.

 

La vigilancia permanente inicio el 24 de julio del 2010. Los investigadores tenían datos de la zona de operación, pero no sabían con precisión en donde estaba escondido. Sin embargo, conocían que el 26 de julio era cumpleaños de la esposa de La Barbie, quien en esas fechas había viajado desde Estados Unidos a México para celebrarlo.

 

Cinco días después, las jornadas de 24 horas esperando al capo empezaron a rendir frutos: el 29 de julio fueron detenidos cuatro sujetos que viajaban en un vehículo blindado. Se trataba de Juventino Zavaleta León, Renato Cervantes Mosqueda, José Alberto Álvarez Parra y Fernando Ernesto Villegas Álvarez, a quienes se les aseguró un vehículo BMW tipo X5 blindado, seis granadas de fusil calibre 40 milímetros y una de fragmentación. Declararon que eran parte del círculo de seguridad de Édgar Valdez Villarreal.

 

Ese mismo día, más de 60 agentes del área de inteligencia rodearon el domicilio de La Barbie. Sabían que lo cuidaban hasta 20 sujetos fuertemente armados y que tenía la capacidad de reunir a más de 100 gatilleros en cuestión de minutos en el puerto de Acapulco. El despliegue fue por aire y tierra pero fracasó porque el capo no estaba. Sólo se localizó a su esposa y a sus dos pequeños hijos, los tres estadounidenses por nacimiento y quienes residen en la Unión Americana.

 

¿Qué falló? Parecía que la suerte le sonreía al capo: ese día había salido muy temprano a jugar pádel a un club cerca del Hotel Princess, en la zona dorada de Acapulco, junto con Aarón Arturo Ginez Becerril y un sujeto de origen colombiano socio de La Barbie. Fue ese mismo día que a la misión para detener a Édgar Valdez Villarreal se denominó “Operación juguete”.

 

Durante la incursión a su casa en la zona residencial de Las Brisas la Policía Federal encontró información valiosa que al final los llevaría a su captura. Obtuvieron documentos, números telefónicos, computadoras portátiles y fotografías. En algunas aparecían sus hijos durante unas vacaciones en el parque de diversiones de Disney, en Estados Unidos, quienes además estaban acompañados de dos mujeres: una de 40 y otra de 18 años. Se trataba de Marisela Reyes Lozada y Maritzel López Reyes.

 

El seguimiento del caso llevó a los investigadores al Hotel Princess. Tenían información de que La Barbie, al saber de la incursión a su domicilio, se había escondido en ese lugar. Por tratarse de periodo vacacional, el hotel registraba una ocupación de 100% y la mayoría de sus huéspedes eran norteamericanos. Así que en parejas los policías ingresaron al hotel haciéndose pasar como turistas y durante 24 horas lo buscaron, pero nunca lograron ubicarlo, así que descartaron realizar cualquier cateo o incursión.

 

La Policía tenía datos de que Valdez contaba con varias casas de seguridad, una de éstas en el estado de Morelos, en el municipio de Tequesquitengo, otra de sus zonas de operación. Ahí comenzaron una nueva búsqueda. La información obtenida en la residencia de Acapulco indicaba que había un domicilio en la zona centro de la comunidad que era usado por el capo.

 

Sin embargo, ahí también la zona hotelera era vigilada día y noche. Algunos agentes que se hospedaron, acudían a los bares, restaurantes y antros, todos simulando ser paseantes o nativos del lugar. Pero nada, Valdez no aparecía.

 

Cinco días después se enteraron de que había sido visto en el Hotel Santa Bárbara y prepararon un operativo con las fuerzas especiales para ingresar. Pero, una vez más, fracasaron.

 

Tiempo después, La Barbie reconocería que se encontraba escondido en una casa al otro lado de la laguna de Tequesquitengo y que desde ahí observó el operativo que incluyó el uso de helicópteros Black Hawk de la Policía Federal.

 

Al ver que la policía siempre llegaba hasta el lugar donde se escondía, La Barbie supo que alguien lo estaba traicionando, que lo estaban “poniendo”. Entonces decidió retirar a su equipo de seguridad, que por momentos era de hasta 20 hombres fuertemente armados con lanza granadas y rifles de asalto cortos MP5, unas de sus armas favoritas.

 

El presunto traficante se trasladó a la Ciudad de México, donde se refugió en otra de sus casas de seguridad: un departamento ubicado en la zona de Bosques de las Lomas. La policía también tenía datos de ese lugar y de otra residencia ubicada en el municipio de Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México. Sabían que se movía en esas zonas, pero no los domicilios exactos, así que nuevamente comenzó la labor de vigilancia y seguimiento.

 

Durante dos semanas se desplegaron agentes encubiertos que se hicieron pasar por comerciantes, vecinos, parejas de novios y hasta limpiaparabrisas. Un día, un par de elementos observaron un vehículo gris tipo Mazda de modelo reciente, con placas del Distrito Federal, donde viajaban tres sujetos sospechosos.

 

Cuatro días después, el mismo automóvil fue visto sobre una de las principales avenidas de la zona de Santa Fe. En esa ocasión, los agentes estaban vigilando desde un auto, lo que llamó la atención de los tripulantes del Mazda, quienes se regresaron a ver a los ocupantes de ese vehículo sospechoso. Esto, de acuerdo con el reporte de la investigación, confirmó a los federales que se trataba de gente de La Barbie.

 

El 9 de agosto más de 250 federales tomaron uno de los edificios ubicado en un complejo habitacional de la avenida Paseos de Tamarindos, en la colonia Bosques de las Lomas. Por aire un helicóptero vigilaba la operación. La entrada y salida del complejo de departamentos de lujo fue cerrada, nadie salía ni entraba sin ser revisado. Algunos vecinos, a través de las redes sociales, mencionaban que habían escuchado disparos. Todo esto sucedía alrededor de la una de la tarde. Personal de operaciones de la Policía Federal se había colocado ya en puntos estratégicos para evitar un ataque sorpresa o la fuga de La Barbie.

 

Los federales revisaban piso por piso del edificio pero no encontraban nada, hasta que llegaron al departamento 1006, el cual se encontraba abandonado. Ahí descubrieron que anteriormente había sido ocupado por Francisco Tadeo Álvarez Rodríguez, hijo de José Gerardo Álvarez, alias El Indio, otro presunto narcotraficante detenido el 23 de abril por el Ejército Mexicano en una zona residencial en Tecamachalco Estado de México.

 

El Indio fue otro de los lugartenientes de Arturo Beltrán Leyva El Barbas y, según la declaración de La Barbie, era su compadre. Tras la muerte del líder de los Beltrán Leyva, El Indio y Édgar Valdez Villarreal se unieron para pelear a Héctor Beltrán Leyva el control del cartel.

 

En el departamento del hijo de El Indio localizaron un dato que hizo que la policía saliera de inmediato: La Barbie sí vivía en ese lugar, pero en el edificio de enfrente, en Bosque de Tabachines 204, departamento 804, no en el que habían iniciado la operación.

 

Al ingresar al departamento ya habían transcurrido más de cuatro horas desde que inició el operativo, pero la Policía Federal observó que un sujeto salió corriendo por la parte de atrás del condominio y que intentaba llegar hasta un talud. Finalmente fue capturado y confirmó que La Barbie había estado en ese departamento, pero que había escapado cuando vio llegar a los federales al edificio de enfrente.

 

En ese departamento fueron aseguradas algunas notas de ropa que Édgar Valdez había adquirido recientemente. Únicamente revelaban que era un tipo al que le gustaba vestir ropa de marca, de moda y costosa. Quien lo conoce asegura que era pulcro, refinado y hasta decente en su comportamiento.

 

También fueron localizados documentos y anuncios de algunas viviendas en renta que aparentemente el capo pretendía arrendar o que ya tenía alquiladas. Una estaba ubicada en avenida Las Águilas 1869, en la delegación Álvaro Obregón, otra en la zona residencial Lomas de Tarango y una más en una zona más popular, en la colonia Coyuya, delegación Iztacalco, todas en la ciudad de México.

 

Así inició una nueva etapa de vigilancia, ahora en estos tres puntos y además en la zona hotelera y comercial de Santa Fe, ya que existía la posibilidad que debido a la presencia de la policía La Barbie no hubiera salido de la zona. Sin embargo, el cansancio y la desesperación comenzaba a apoderarse de los 60 agentes involucrados en la investigación.

 

Para ese entonces, el área de inteligencia de la Policía Federal ya sabía que a La Barbie no lo acompañaba su cuerpo de seguridad integrado por 20 hombres, ahora sólo lo escoltaban su hombre de confianza y encargado de sus finanzas: Aarón Ginez Becerril y un socio colombiano.

 

En los domicilios fueron ubicados diversos personajes que serían claves en la investigación: los hermanos Mauricio y Juan Antonio López Reyes y su madre, Maricela Reyes Lozada. Los primeros se movían en un automóvil tipo Malibu color arena con placas del estado de México MCN 3905.

 

Maricela Reyes Lozada y su hija Maritzel López Reyes, las mujeres que aparecían en las fotografías con los hijos de La Barbie en el parque de diversiones de Disney, utilizaban un vehículo Focus blanco con placas del Distrito Federal 218 XCU. Para la policía no había dudas: ese grupo trabajaba con Valdez y solo era cuestión de tiempo para ubicar su escondite.

 

Durante esos días de seguimiento y vigilancia, en el domicilio de las Águilas 1869 fue visto nuevamente el vehículo Mazda color gris, con placas del DF, 218 XCU. Era conducido por Ginez Becerril, el hombre de confianza de La Barbie y con quien venía escapando desde el puerto de Acapulco, Guerrero.

 

Alrededor de las dos de la tarde del 30 de agosto, Ginez Becerril salió de su domicilio en la delegación Xochimilco, tomó la avenida Prolongación División del Norte, subió la glorieta de Vaqueritos y se introdujo al Anillo Periférico en su dirección Sur-Norte. Cuatro elementos de la Dirección de Inteligencia de la Policía Federal lo estaban siguiendo muy de cerca.

 

Durante el trayecto se dio cuenta de que un auto lo seguía y aceleró su Mazda. Tomó la lateral del Periférico a la altura del centro comercial Perisur. De acuerdo a la declaración de los agentes involucrados, Ginez Becerril llevaba una granada de fragmentación en la mano y en más de una ocasión amenazó con lanzarla.

 

Una pareja de policías que estaban a pie en la zona le dispararon y Ginez Becerril perdió el control; estaba herido y casi volteó su unidad. Los rescatistas aún lo encontraron con vida y dieron los primeros auxilios, pues tenía un impacto a la altura del pulmón derecho. La labor de los rescatistas fue inútil, murió sobre el asfalto. En el auto se localizó la granada de fragmentación que llevaba en la mano, una pistola calibre 45 milímetros marca Glock y por lo menos 20 celulares.

 

Ante este suceso, la “Operación Juguete” estaba en riesgo. Afortunadamente para la policía, en otro de los puntos de vigilancia, en la zona de Lomas de Tarango, Maricela Reyes y su hija Maritzel habían salido rumbo al estado de México. Viajaban a bordo del Focus blanco con placas del DF, se dirigieron a la autopista, pasaron la caseta y antes de llegar a la zona de La Marquesa se metieron por un camino de tierra, empedrado y estrecho, ubicado en el poblado de Salazar de Ocoyoacac, donde iba a reunirse con La Barbie.

 

Cinco agentes las seguían, vestidos de civiles. Eran un comandante y cuatro agentes, quienes se colocaron sus chalecos antibalas y unas pantaloneras para protegerse en caso de algún enfrentamiento. Sabían que no se trataba de cualquier delincuente, era uno de los hombres más sanguinarios y buscados en México y Estados Unidos.

 

“Bájate cabrón”, le gritó el comandante a La Barbie mientras los federales encañonaban a los pasajeros del convoy de tres vehículos que lo acompañaban. El presunto narcotraficante fue llevado metros atrás hacia la propiedad donde estaba escondido desde hacía cinco días. En ese momento comenzaron a llegar los refuerzos, rodearon la finca en busca de más gente, gatilleros, los hombres que lo cuidaban, pero La Barbie señaló que no había nadie más, que ya no confiaba en nadie.

 

El responsable de la operación y captura pidió un helicóptero Black Hawk para el traslado de La Barbie. Eestaba convencido de que era preciso moverlo inmediatamente y le costaba trabajo creer que el ex lugarteniente de Arturo Beltrán Leyva no tuviera protección y temían ser emboscados. Sin embrago, la aeronave tardaría por lo menos 15 minutos en llegar y ya habían transcurrido más de 20 minutos desde la captura.

 

Decidieron no esperar más y lo trasladaron por tierra. En ese momento ya tenían el apoyo de más de 150 elementos de la Dirección de Inteligencia y Fuerzas Especiales.

 

Durante el trayecto, La Barbie le confesó al comandante que al momento en que lo pararon pensó que eran integrantes de la Familia Michoacana, porque ese lugar es su zona de operación, y como iban vestidos de civiles nunca imaginó que eran policías, por eso había decidido no resistirse.

 

También dijo que sentía que estaba cerca su captura y que ya estaba cansado de esconderse. En el momento que lo interceptaron se dirigía a la ciudad de México, a la colonia Lomas de Tarango, en donde vería una casa que iba a rentar para seguir ocultándose. Ya no le dio tiempo para la última fuga.

 

*Jefe de la sección de Seguridad y Justicia de Tv Azteca y recientemente publicó el libro “¿De qué se ríe La Barbie?”, Temas de hoy en Editorial Planeta. Con colaboración de Miguel Ángel Ceballos