Sus negocios, que pueden alcanzar varios millones de dólares, siempre los firma con un bolígrafo cuya tinta es infalsificable porque contiene moléculas de su propio ADN. Así es Michael Chamas, un poderoso financiero de origen árabe quien está detrás de la adquisición de Mexicana de Aviación.

 

Chamas, quien visitó la Ciudad de México entre el 3 y el 6 de octubre, está muy lejos de la imagen clásica del árabe con túnica. Su apariencia es la de un hombre de negocios que siempre viste impecable traje y corbata, luce cabello perfectamente recortado y exhibe un trato extremadamente amable cuando se expresa en inglés, francés o árabe.

 

Está en negociaciones para fondear a Iván Barona Ramírez, un empresario mexicano dedicado a la minería, quien es potencial inversionista en la reestructura del Nuevo Grupo Aeronáutico. Chamas, ha dicho Barona, tiene las mejores cualidades para echar a andar la aerolínea que el 28 de agosto de 2010 anunció el cese de sus vuelos y que desde entonces se encuentra en concurso mercantil.

 

Michael Chamas nació en Líbano pero en 1995 obtuvo la ciudadanía canadiense. Llegó a Otawa en 1989, cuando sólo era un ingeniero civil dedicado a ser instructor de vuelo. De ahí que los aviones le apasionen. A principios de los años noventa se dedicó al desarrollo inmobiliario e hizo buenos negocios. En esa época, inspirado por el discurso de un inmigrante que llegó a ser diputado del Parlamento Canadiense, Chamas contempló la idea de hacer carrera política y no sólo eso, sino que ambicionó ser Primer Ministro de Canadá.

 

Sin embargo, las cosas no salieron como él deseaba y una relación sentimental con la hija de un detective de la Real Policía Montada de Canadá le trajo muchos problemas. Resulta que Chamas invirtió su dinero en un restaurante, un hotel y limusinas con las que ofrecía servicios turísticos en la ciudad canadiense de Saint Sauveur, pero un día descubrió que su mujer utilizaba una de las limusinas para trasladar cigarrillos incautados por su padre a mafias contrabandistas. El hallazgo le ocasionó un enfrentamiento con su entonces suegro, así como recibir amenazas de destruir su vida.

 

En 1992 la casa y oficina del empresario fueron allanadas por la policía como sospechoso de lavado de dinero, trata de blancas y tráfico de drogas. Tuvo que salir a vivir con su hermano, a Francia, donde también inició un negocio de desarrollo inmobiliario. Luego de un mes su abogado le informó que la investigación en su contra se había cerrado y que los bienes incautados le habían sido devueltos. Sin embargo Chamas no regresó a Canadá sino hasta 1996, casado con la francesa Brigitte Garas y con un hijo.

 

Volvió al negocio hotelero y ante los buenos resultados sus sueños políticos también regresaron. Entre 1998 y 2000 trabajó en un proyecto para convertir al aeropuerto de Mirabel-Montreal como la primera zona de libre comercio en Canadá, y aunque este proyecto se estancó, el empresario siguió trabajando y expandió sus inversiones a Dubai y Zurich. Fue entonces que creó Fidelis Trust, una financiera a través de la cual se involucró en proyectos de telecomunicaciones, investigación médica e innovación tecnológica, entre otros.

 

En 2001 Chamas entró en negociaciones para financiar Aeroceltic, una empresa de Montreal que buscaba ampliar su negocio e incluir otro tipo de transporte aeronáutico. Pero la financiación no se concretó y fue señalado de cometer fraude. El empresario se defendió argumentando que no hubo fraude y que por el contrario perdió más de 3 millones de dólares en ese negocio.

 

Cuatro años más tarde creó otra compañía en Canadá como rama de una empresa en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, llamada Global Village International Solutions, con sede en la ciudad norteamericana de Delaware. También se le ubica como el empresario que apoyó que diferentes líneas aéreas árabes entraran al mercado canadiense.

 

A pesar de su intensa participación en la vida pública y económica de Canadá, sobre Michael Chamas hay señalamientos que lo han llevado a ser considerado como un empresario polémico. Ha sido acusado de posesión ilegal de armas; en 2007 fue detenido en una aduana de Suiza por posesión de dos millones de euros en efectivo; y la agencia tributaria de Canadá lo acusa de no pagar impuestos por un monto de más de un millón de dólares.

 

El financiero ha denunciado que él y su familia son víctimas de acoso, violación de sus derechos humanos y civiles, por parte del gobierno canadiense. En 2009, a su esposa Brigitte Garas le fue negada la residencia  permanente y fue expulsada del país. Tuvo que salir deportada con sus tres hijos de 15, 10 y 3 años de edad, a pesar de que tienen la ciudadanía canadiense.

 

Actualmente, Michael Chamas vive con su familia en Zurich, uno de sus principales centros financieros, sin embargo, continúa manifestándose en contra del gobierno canadiense a través de una página en Internet (www.michaelchamas.com), así como con acciones que han levantado mucha polémica, como el hecho de que su residencia en Lorraine, pequeña población de Quebec, este totalmente decorada con una serie de hojas de maple pintadas de cabeza y cinco banderas canadienses que se despliegan invertidas como símbolo de la inconformidad de cada uno de los integrantes de la familia Chamas.

 

El paquete de financiamiento que Michael Chamas ofrece a Iván Barona estaría abierto hasta 500 millones de euros, 250 de ellos exclusivamente para la liquidación de los pasivos de la aerolínea que hasta antes de suspender vuelos cubría 42 rutas, 12 destinos domésticos; 15 a Estados Unidos; cuatro a Centroamérica, Sudamérica y Canadá; dos a Europa y uno al Caribe.

 

En este momento, Michael Chamas espera documentos oficiales que le garanticen su inversión. Por ejemplo, saber cuál será la posición final que permita una negociación justa con los acreedores de Mexicana de Aviación, que en gran parte corresponden al gobierno federal, para que éstos no sean impedimento para la reestructuración  de esta aerolínea de la que dependen alrededor de 8 mil familias mexicanas.

 

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UN BOLÍGRAFO MUY PECULIAR

A raíz de que en 2008 sufrió el robo de su identidad y tuvo serios problemas con sus cuentas bancarias, Michael Chamas decidió utilizar uno de los inventos más singulares desarrollados por científicos argentinos: la tinta infalsificable, una coloración que incorpora moléculas del ADN de un individuo, es decir, las que determinan los caracteres hereditarios, como el color de los ojos o del pelo. Una especia de huella digital genética.

 

Esa tinta fue denominada así porque contiene parte del material genético de la persona que la emplea para protegerse de las falsificaciones, de tal forma que en el caso de que se suscite un litigio judicial que involucre el documento protegido con esta tinta, la persona sólo tiene que revelar cuál de sus genes fue incorporado a la tinta y, a través de un análisis de ADN estándar, puede comprobarse si el documento fue alterado.

 

La patente de este invento es de los peritos forenses Rubén A. Simonetta y Juan Carlos Jaime, quienes originalmente idearon esta tinta para identificar sus propios informes y así evitar que falsificaran sus firmas o algunos de los datos cruciales consignados en el documento.

 

Al verificar los resultados y el interés de otros profesionales en utilizar tan peculiar invento, los peritos forenses perfeccionaron la técnica de elaboración y, junto con el ingeniero electromecánico Julio Sabag, lograron microencapsular las moléculas de ADN para hacerlas más resistentes.

 

El procedimiento de fabricación consiste en pasar un hisopo por la parte interna de la mejilla de la persona que solicita el producto para extraer células bucales, luego se extrae de ellas el ADN y se amplifica mediante una técnica llamada reacción en cadena de la polimerasa; luego se  tipifican los genes y se eligen los que se van a utilizar. Finalmente se producen varios miles de copias que son microencapsuladas para ser vertidas en la tinta que el usuario podrá aplicar sobre aquello que quiere evitar que sea adulterado.