¿Qué es para ti vivir la vulnerabilidad? En mi caso es como sentirme demasiado expuesta y amenazada, es estar en ese lugar donde existe la posibilidad aparente o real de ser atacada o lastimada, son justo esas ocasiones cuando me encuentro sin la pesada armadura creada a lo largo de mi vida para sentirme protegida y así eventualmente evitar el dolor y el sufrimiento.

 

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Creo que todos en algún momento de nuestra vida hemos sufrido algún ataque de vulnerabilidad, y no es algo que hayamos podido enfrentar fácilmente, porque no sabemos en el día a día como abrirnos emocionalmente y sentirnos seguros y protegidos sin nuestra armadura puesta. Es común que casi siempre prefiramos mantener apagadas nuestras emociones para no sentir el miedo, la agresión, el enojo y todo aquello que nos remueve las heridas y nos trastoca todo, incluso la máscara que construimos para sobrevivir en nuestra infancia.

 

Sin embargo, ¿es posible obtener beneficios si aprendemos a sentirnos y aceptarnos vulnerables de vez en cuando? Yo creo que sí, sólo el empezar a darnos permiso de sentir, de aceptar que ciertas emociones también forman parte de nosotros ya es una ventaja, ya que todas ellas nos permiten constituirnos como personas sensibles, humanas y nos ayudan a valorarnos más y valorar también a los otros, así como a desarrollar la empatía.

 

Considero que ya esto en sí mismo trae enormes beneficios. Cuando comenzamos a dejarnos sentir, es muy importante tener cuidado con la elección del espacio adecuado para trabajar con nuestras heridas y emociones y así poder tocar nuestra vulnerabilidad.

 

Para aprender a abrirnos a los sentimientos hay que buscar un lugar adecuado y seguro para ello, donde el respeto y el cuidado emocional sean básicos, ya que si no contamos con la contención de un especialista bien entrenado para el trabajo con nuestra intimidad emocional, corremos el peligro de que al tocar nuestras heridas éstas queden abiertas y expuestas (que es justo lo que no queremos), lo que nos puede dejar en un lugar muy oscuro y sin una salida saludable, quedándonos atorados en el miedo y en el dolor. Por eso hay que buscar al especialista adecuadamente entrenado para ello.

 

Cuando aprendemos a entrar en nuestras heridas vamos sanando poco a poco. Aprender a sostenernos en las emociones que generan para trabajarlas en un proceso bien llevado de acompañamiento es muy saludable; si logramos esto ya no nos costara tanto trabajo el abrirnos al dolor, ya que en el proceso se aprende que no nos tenemos que quedar ahí, que podemos salir de ahí.

 

Aprendemos a aceptar lo que sentimos y a darnos cuenta de que la percepción de que cuando se generó la herida era una etapa diferente a lo que hoy vivimos, que ahora tenemos otra edad y otras herramientas para manejarnos por lo que hoy, de manera consciente, no tiene por qué hacernos el mismo daño.

 

Al entender esto es más fácil hacer el ejercicio de entrar y salir de la herida para así poder sanarla y vivir más armoniosamente, aceptando que todas las experiencias de nuestra vida han sido importantes para formarnos como lo que hoy somos.

 

Es importante aprender a no negar ninguna de nuestras experiencias de vida, aunque nos duela, porque al integrarlas nos completaremos más como personas. Es como ir sumando, sintiéndonos bien con todo aquello que somos, lo bueno y lo no tan bueno, pues es un hecho que estamos conformados por partes de luz y otras de sombra, que se complementan y que nos conforman como los seres humanos que hoy somos.

 

Entonces, sentirnos vulnerables frente al mundo a veces no es tan malo, sólo hay que aprender a estar ahí de manera segura y saludable.