Hace algún tiempo leí que nuestro cuerpo es como un álbum fotográfico, donde se quedan registradas aquellas vivencias que nos impactan de una u otra forma. Por ejemplo, si recibimos amor y aceptación en nuestra infancia por parte de nuestros padres, el cuerpo permite que la energía fluya y se desarrolle lo más saludable posible al no contener tantos bloqueos que atasquen dicha energía.

 

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Sin embargo, es un hecho que todos los seres humanos hemos recibido impactos emocionales fuertes y dolorosos que nos marcan. Cualquier bebé al llegar a este mundo no siempre es atendido como el espera, no siempre es posible que sean totalmente satisfechas sus necesidades, pues las circunstancias que la vida misma impone a los padres no les permite estar al 100% para el bebé, aun habiendo sido éste muy deseado y amado.

 

 

 

Imaginemos entonces lo que sucede en aquellos casos donde la violencia, la indiferencia y el desamor forman parte de la vida del bebe. Estas circunstancias hacen que el cuerpo registre en sus músculos contención y bloqueos que evitan que la energía pase libremente a través de ellos y se nutra adecuadamente. Incluso la respiración se va transformando a lo largo de la vida, pues generalmente los patrones de respiración cambian y de ser una respiración libre, abierta y relajada como la respiración de un bebé, se va convirtiendo en una respiración corta y contenida donde el oxígeno que el cuerpo necesita no es recibido de manera adecuada.

 

Este cambio de patrón natural de la respiración se puede dar en la infancia cuando recibimos el impacto de una emoción fuerte como el miedo. Es aquí cuando contraemos los músculos del pecho y los pulmones no se abren lo suficiente, lo cual no permite que el aire llegue hasta el diafragma y éste haga su natural movimiento para oxigenar a todo el cuerpo. La respiración se acorta porque pensamos que así podemos evitar sentir el dolor o el miedo, pero lo que hacemos es disfrazarlo, quedándose esas emociones marcadas en el cuerpo, que se registran como bloqueos. Por eso muchas veces sentimos el cuerpo adolorido, con músculos tensos y poco flexibles, totalmente desconectados de la respiración fluida y libre.

 

Sin embargo, hay cosas que se pueden hacer para empezar a trabajar con esto. Por ejemplo, hacernos conscientes de nuestra forma de respirar. Date cuenta de qué tan profunda o corta es tu respiración; al hacer consciencia de esto podemos empezar a trabajar para liberar la tensión de nuestro cuerpo y nuestra mente; la respiración es una fuente de vida, de energía básica para el desarrollo natural sano y equilibrado del ser humano.

 

Empieza por hacer un ejercicio de respiración consciente de un minuto donde cierres tus ojos y te conectes con tu respiración, sólo sintiendo cómo entra y sale el aire de tu nariz, observando qué tan profunda es. Así, poco a poco, repitiendo este ejercicio, vas a empezar a conectarte con tu cuerpo y hacer que tu respiración sea mas profunda de manera consciente algunos minutos al día, y poco a poco irás sintiendo más energía. La respiración es una función natural del cuerpo que nos proporciona el alimento para las células, ese alimento que les da energía vital.