Donald Trump pudo derrapar ayer la relación con México.

 

Lo evitaron sus enviados.

 

Dos de alto nivel en su gobierno y de la mayor respetabilidad, se supone.

 

Los secretarios de Estado, Rex Tillerson, y el de Seguridad Interior, John Kelly.

 

Todo mundo sabe: vinieron a México y se entrevistaron con tres de sus pares: Luis Videgaray, de Relaciones Exteriores; Miguel Ángel Osorio Chong, de Gobernación, y José Antonio Meade, de Hacienda.

 

Y todo mundo sabe también: llegaron desde el miércoles, cenaron con la embajadora Roberta Jacobson e intercambiaron puntos de vista con el representante del Partido Republicano, Larry Rubin.

 

Y ayer estuvieron temprano en la torre de la cancillería mexicana para hablar con la legación mexicana sobre temas fundamentales: la relación bilateral, el muro, las deportaciones y la agenda de Trump.

 

Fue, lo dijeron ambas delegaciones, un encuentro de buenos deseos, reconocimiento de la interdependencia y, por supuesto, votos de la mejor voluntad para el futuro.

 

Se disponían a dar la conferencia de prensa cuando, ¡oh, sorpresa!, apareció un nubarrón de las mayores preocupaciones en el ámbito méxico-estadunidense.

 

Tillerson desmiente a su presidente

 

Un mensaje de Donald Trump fue la causa.

 

Con su simplismo manifiesto, rebajó todas las implicaciones sociales, políticas y migratorias de las deportaciones –de mexicanos y otras latitudes, se colige- a una simple “operación militar”.

 

Hubo confusión entre los solitarios cinco interlocutores.

 

La representación mexicana pidió una explicación, porque en las negociaciones la terminología y los sentidos de los operativos de repatriación –ninguno al margen de la ley- fueron diferentes.

 

Consultas aquí y allá.

 

Tensa espera aquí y allá.

 

Inclusive suspensión del almuerzo previsto en el piso 20 de la torre de la SRE, frente al Hemiciclo del autor de entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.

 

La respuesta tardó, pero fue oxigenadora para México en voz de Rex Tillerson:

 

Quiero dejar muy claro que no habrá deportaciones masivas y se actuará conforme a derecho, respetando los derechos humanos.

 

La legación mexicana respiró tranquila.

 

Y para no dejar duda, el presidente Enrique Peña confirmó la decisión de mantenerse firme para defender los intereses nacionales.

 

¡Ah, pero qué buen susto dio Trump a México y a sus supuestos negociadores diplomáticos, a quienes confundió como enviados de una inexistente misión militar.

 

Guerrero teje; el presidente no acude

 

1. Hoy es el Día de la Bandera.

 

Hace un año fue a Iguala el presidente Enrique Peña, y para hoy está previsto un enviado presidencial, Luis Miranda.

 

Justo cuando el gobernador Héctor Astudillo y una pléyade de empresarios y políticos –el senador Esteban Albarrán, el minero Alfredo Phillips, el funcionario Ramón Sosamontes, de la Sedesol- tratan de impulsar inversiones y reconstruir el tejido social no nada más de esa región, sino del estado entero.

 

2. Debe dársele seguimiento a la iniciativa de la senadora Ninfa Salinas para una Ley General de Biodiversidad, cuya propuesta va a un foro de análisis para enriquecerla.