Bueno, pues hoy es martes y todavía hay pláticas de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

 

Si tomamos en cuenta que el miércoles de la semana pasada la expectativa era que alguno de los tres países socios se levantara de la mesa no está nada mal que haya concluido la cuarta ronda.

 

Hoy habrá una conferencia de prensa de los tres representantes comerciales y tienen dos caminos, o nos anuncian con total diplomacia que todo se fue al diablo y le dan la razón a los que han llevado la cotización del peso frente al dólar a niveles superiores a los 19.30, o bien nos anuncian que las pláticas siguen.

 

Seguro que los rostros de Ildefonso Guajardo, de México, Chrystia Freeland, de Canadá, y Robert Lighthizer, de Estados Unidos, serán más adustos y no veremos ese buen humor del primer encuentro.

 

Como sea, Estados Unidos cumplió con su promesa y soltó las ratas envenenadas a la mesa de negociaciones, tal como lo amenazó su presidente, Donald Trump.

 

Pero aun con semejante hostilidad hay que ver que todo esos temas polémicos como la cláusula de caducidad del acuerdo, la de alevosa proveeduría para la industria automotriz, la de ser ellos juez y parte en la solución de controversias y demás, fueron presentadas en la mesa de negociaciones.

 

No cambia en nada el panorama del socio bully que quiere sacar ventaja de los demás, pero al menos sigue las reglas de las pláticas y lleva a la mesa sus posiciones negociadoras.

 

No sabemos si fueron terminantes e innegociables. No tenemos idea si dijo que esas propuestas son como las tablas de los mandamientos de Trump a los que no se les puede mover una coma. Lo que sabemos es que México, Estados Unidos y Canadá están negociando y que completaron cuatro rondas.

 

Ahora hay algunas de las necedades de Trump a las que se les puede encontrar algún número intermedio. Por ejemplo, aumentar la integración norteamericana a los autos es posible, aunque va a encarecer los productos finales. Grandes noticias para los asiáticos en los tres mercados de América del Norte.

 

No es aceptable que se pretenda renunciar a un arbitraje imparcial en caso de alguna controversia, pero sí podemos aceptar ponerle una fecha de caducidad al acuerdo comercial.

 

Es terrible noticia para las inversiones que no encuentran respaldo porque el TLCAN sólo duraría cinco años. Pero qué pasa si México, a la par que acepta este capricho de Trump promulga una ley de protección de inversiones que restituya esa confianza.

 

¿Qué pasaría si el acuerdo obligara a sentarse a la mesa en el 2022 para acordar la extensión por cinco años del acuerdo que entraría en vigor en 2018?

 

Qué tal que entre aquellos negociadores ya no queda ni la sombra de este terrible gobierno de Donald Trump y a la Casa Blanca llega alguien con más sensatez.

 

¿Qué tal que esa fecha de caducidad es nuestro seguro para librarnos de la herencia terrible de Trump?

 

 

 

caem