De veras que a Fausto Vallejo le ha ido como en feria en su gobierno. Y en ello, él mismo tiene parte de responsabilidad.

 

Primero, porque ya desde que andaba en campaña por la gubernatura michoacana se encontraba mal de salud -cosa que ocultó en su momento-.

 

Asumió el poder (15 de febrero de 2012) y poco le duró el gusto, pues más allá de los problemas de seguridad -y de los maestros y de los estudiantes- sus problemas con el hígado se fueron agravando, hasta que tuvo que solicitar licencia (22 de abril de 2013) y ausentarse durante seis meses.

 

Regresa (23 de octubre de 2013) luego de un trasplante de hígado y tiene que hacer malabares para que Jesús Reyna (gobernador interino) le devuelva la silla.

 

En cuanto Vallejo se sienta de nuevo en el Palacio de Gobierno, los malosos hacen de las suyas de nuevo a manera de bienvenida y el proceso de descomposición continúa en la entidad.

 

Se comienza a hacer visible la rebelión de la población civil. Las autodefensas toman notoriedad y, de algún modo, con apoyo del gobierno federal comienzan a tomar territorios para enfrentar a los Caballeros Templarios.

 

Todavía no se cumplían tres meses de que Vallejo retornó a la gubernatura, cuando Alfredo Castillo fue designado por el presidente de la República como Comisionado de Seguridad en Michoacán (15 de enero pasado).

 

Castillo se convirtió desde ese momento en el hombre del poder en Michoacán.

 

Fausto Vallejo en una mera figura de adorno.

 

Si tales acciones no fueran suficientes para demeritar la imagen y la fuerza de un gobernante, el enviado presidencial hizo sentir su poder: demandó cambios en las áreas de seguridad y procuración de justicia e hizo de lado al secretario de Gobierno (Reyna) en su estrategia.

 

En menos de una semana, Castillo era ya considerado “el virrey” de la entidad.

 

De Vallejo, ya ni quien se ocupara.

 

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LE ESCONDIERON LA INFORMACIÓN.- Bueno, si todo lo anterior no fuera todavía suficiente como para hacer pedazos la figura de una persona, su secretario de Gobierno (Reyna) es arraigado porque -dice el procurador Jesús Murillo Karam- hay fuertes indicios de que sostuvo varios encuentros con algunos de los líderes de los Templarios.

 

De la orden de presentación de Reyna -a decir del propio Vallejo- ni siquiera le avisaron con anterioridad. Fue “una sorpresa” para él, según declaró días después.

 

O sea, ni la más mínima consideración le tuvieron al gobernador. O tendríamos que decir ¿ni la más mínima pizca de confianza?

 

Bueno, sucedido el arraigo del secretario de Gobierno y echada a andar la maquinaria de comunicación, la lógica más elemental llevaba a una pregunta: Si el secretario de Gobierno -y ex gobernador interino- estaba coludido con Los Templarios, ¿cómo era posible que el gobernador no se enterara?

 

Si no lo sabía, malo. Si lo sabía, peor (ambas situaciones las debe aclarar).

 

La vapuleada imagen de Vallejo se hundió aún más.

 

¡Ah!, pero ayer el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, le puso un curita al maltrecho gobernador: Declaró que “el mal comportamiento de un funcionario no pone en duda a todo un gobierno”.

 

Pobre Fausto…

 

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UNA DE CAL…- Unos dicen que la designación de Marco Vinicio Aguilera como encargado de despacho de la secretaría de Gobierno en Michoacán fue por revancha.

 

Otros consideran que Fausto Vallejo se decidió por el ex procurador de justicia del estado porque fue lo primero que tuvo a mano para sacar adelante la situación ante el arraigo de Reyna.

 

Las suspicacias se alzaron porque Aguilera fue uno de los funcionarios que Castillo destituyó (apenas llevaba un mes en el cargo) en cuanto se instaló como Comisionado de Seguridad en Michoacán.

 

Lo malo del caso es que el nuevo secretario de Gobierno la lleva bien difícil pues no tiene los hilos del poder.

 

¿Y Fausto? Pues esa es la pregunta ahora, ¿y Fausto?

 

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GEMAS: Obsequio del líder nacional del PRD, Jesús Zambrano: “Fausto (Vallejo) tiene mucho que declarar ante la PGR”.