Cristiano Ronaldo es, tal vez, el jugador más genial de las últimas décadas. Tiene una visión tan cosmogónica del futbol que pareciera que sólo juega contra él mismo, mientras el resto de los jugadores son nimios obstáculos que tiene que driblar en unos regates que le aburren a él mismo. Mi reconocimiento a la genialidad es absoluta.

 

Pero que sea el mejor, el número uno –como hizo el legendario Luis Miguel Dominguín, cuando se puso en el centro del ruedo y se señaló como el mejor de su tiempo- no le otorga ninguna inmunidad.

 

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, tiene cara de vampiro de caricatura, pero de vampiro al cabo. Acata órdenes como el soldado más cartesiano de todos. Sabe que el agujero sin fondo del déficit público que supera el billón de euros lo tiene que llenar. Desde que se le encomendó el presidente Rajoy no ha vacilado en hacerlo, y creo que no le falta razón.

 

A Cristiano Ronaldo le ha pillado temida Agencia Tributaria y su ansia viva por recaudar. La Fiscalía le acusa de defraudar 14,7 millones de euros al fisco español, al haber ocultado las rentas generadas en España por derechos de imagen. Y lo hizo de 2011 a 2014 con la creación, en el año 2010, de una compleja estructura societaria.

 

La primera declaración del futbolista tras ser acusado de invadir impuestos será el próximo 30 de julio en los Juzgados de Pozuelo de Alarcón de Madrid.

 

Hasta ahí el cuento va bien o mal, según se mire. A Ronaldo le han pillado y tiene que pagar. Pero los dioses son tan caprichosos como inaccesibles, y en sus cóleras, enfermos de rabietas, abandonan a los mortales a su suerte.

 

Ya ha hecho amagos de que podría marcharse al Manchester United. El club inglés podría pagar 200 millones de euros por él. Yo no sé si los dioses han enloquecido o han sido los presidentes de los equipos o los jugadores, pero eso es sencillamente obsceno; 200 millones de euros dan para mucho. Se puede paliar mucha hambre en el mundo en lugar de utilizarlos en un fichaje de un jugador –aunque éste llevara mariachis detrás que le cantaran serenatas todo el día-. Se trata de un insulto a la sociedad.

 

Uno se da cuenta que no solamente es Ronaldo. En este juego hay muchos futbolistas que han hecho lo mismo.

 

El otro grande, Leonel Messi, tiene una condena de 21 meses de prisión por la Corte Suprema de Justicia por haber defraudado algo más de cuatro millones de euros, al no tributar 10 millones de euros de derechos de imagen.

 

Pero es una suma, y sigue. José Mourinho, Fabio Coentrao, Neymar llevan los mismos pecados que los astros anteriores. Y como a ellos, también Hacienda investiga a Gerard Piqué, Carles Puyol o Xabi Alonso, entre otros grandes del balón.

 

Unos de los mayores defraudadores de España se llama Rodrigo Rato. Fue director gerente del Fondo Monetario Internacional. También fue vicepresidente del Gobierno con José María Aznar y ministro de Economía y Hacienda con el mismo Presidente.

 

Recuerdo hace más de 15 años, con gesto impecable que Rodrigo Rato decía que “Hacienda somos todos”. Ahora el que preconizaba el ejemplo está rozando la cárcel por defraudar al fisco.

 

Sin embargo, me quedo con la frase de que “Hacienda somos todos”. Pero todos significa todos, sin distingos. Porque una cosa es driblar un balón y otra cosa muy distinta es hacerlo al fisco.

 

Los astros a veces, sólo a veces, también son mortales.

 

aarl