Aquí en Azerbaiyán un país islámico, pintoresco y que ha sido dominado prácticamente por todos sus vecinos la Fórmula Uno pasa, desgraciadamente, sin pena ni gloria.

 

 

Paradójico que los muy pocos aficionados que llegaron a las tribunas hayan visto, sin duda, una de las mejores carreras en los últimos años; con idas y vueltas, choques, sanciones, interrupciones y, prácticamente, todo lo que condimenta con sabor de antaño a un Gran Premio de Fórmula Uno.

 

 

Vimos, finalmente, que los dos contendientes al Campeonato Mundial de Pilotos actuando como deportistas de gran personalidad y no solamente como compañeros de profesión que se encuentran en una esquina de la oficina.

 

 

Y lo digo porque tanto Hamilton, en la maniobra de frenarle el auto a Vettel, como el mismo alemán en la artimaña de ir a reclamarle ‘al golpe’, ponen los ánimos caldeados, encendidos, que anhelaban los espectadores en la televisión alrededor del mundo.

 

 

Esos pilotos y esas acciones -tal vez hasta groseras para algunos- son las que hicieron importante a la Fórmula Uno en las décadas de los 60 70 y 80, justo lo que quieren los nuevos dueños para reavivar el gran espectáculo de la cumbre del automovilismo.

 

 

Por ese lado todo muy bien. Pero ahora pasemos al rompecorazones. Ese fue Esteban Ocon el compañero de Sergio Pérez quien se convirtió, casi casi, en enemigo público número uno.

 

 
La maniobra con la que Ocon sacó de la carrera al piloto tapatío, no puede ser vista como otra cosa que como una revancha de lo que pasó en el Gran Premio anterior en Canadá, o por lo menos una declaración de combate de aquí, hasta que termine la temporada.

 

 

 

Una de las cosas que me dijo Checo Pérez después de la carrera, con rostro rígido, conteniendo la furia, fue que el equipo debe hablar con Ocon, por qué su agresividad fue inusual y comprometió una carrera que el piloto de Guadalajara sentía que podía ganar.

 

 

 

Para no empantanarnos en especulaciones, quisiera agregar que los ánimos están que arden y eso es una prueba muy importante para Force India, que debe mostrarse hoy mismo como una escudería fuerte y capaz de controlar a sus pilotos.

 

 

Es algo indispensable y urgente porque, si aún Checo Pérez y Esteban Ocon no son las más grandes estrellas de la F1, lo cierto es que sí están desesperados por llegar rápido a ese destino.

 

 

De aquí en adelante, por más que hables o declaren con rosas rojas ante la prensa, el mexicano y el francés no se van a perdonar nada y perder puntos es un peligro, vaya, un lujo que nadie se puede dar. Saludos a todos desde Bakú.