Norteamérica comienza y termina en el río Grande (Bravo para los mexicanos), ése es el mensaje que lanzaron hoy el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, fue a Washington para vender la bondades de la alianza de libre comercio entre ambos países y en la que México como que les anda sobrando.
 
 
El tono de Trump con el canadiense fue diametralmente opuesto al que ha ocupado con México y el presidente Enrique Peña Nieto.
 
 
Frente a frente el elogio y el insulto: “Nuestras naciones comparten mucho más que una frontera, compartimos los mismos valores, compartimos el amor por la libertad, y una defensa conjunta. Tropas estadunidenses y canadienses han ido a la batalla juntos, han peleado guerras juntos y han forjado un lazo muy especial que ocurre cuando dos naciones derraman su sangre juntas, lo cual hemos hecho”, dijo sobre la relación EU-Canadá, mientras todavía resuena su discurso como candidato en el que sostuvo que los migrantes mexicanos “traen drogas, son criminales y violadores”.
 
 
Para los mexicanos, Trump quiere muros, para los canadienses, puentes: “Estados Unidos es muy afortunado de tener un vecino como Canadá. Tenemos la oportunidad de crear más puentes, puentes de cooperación y puentes de comercio. Ambos países estamos comprometidos para crear más prosperidad y oportunidades para nuestros pueblos”.
 
 
Para Trump, México en el comercio es un enemigo: “Se están robando nuestras cosas, nuestro dinero, nuestra manufactura”. Canadá, un aliado: “Entendemos que nuestros países son más fuertes cuando unimos fuerzas en temas de comercio internacional. Tener más empleos y comercio en América del Norte es mejor para los Estados Unidos, y también es mucho mejor para Canadá”.
 
 
Y el canadiense se cuidó de no enojar a su poderoso vecino del Sur, pues dos de cada tres dólares que su economía exporta se dirigen al mercado estadunidense y simplemente se mantuvo en su dicho: la amistad está después de los intereses. Ya desde el viernes anterior, el primer ministro dijo que trataría de “defender los valores canadienses”, pero “de un modo respetuoso y no desde un punto de vista ideológico”.
 
 
Complicado para el primer ministro canadiense enfrentar a un racista y conservador Trump ante tal grado de dependencia económica, por lo que trae en el bolsillo la herencia de su padre, Pierre Elliott Trudeau, que gobernó casi 20 años y se le considera fundador del Canadá moderno, federal, bilingüista y multicultural.
 
 
Así que, al parecer, estamos viviendo la muerte del Tratado de Libre Comercio, así, en español; quizá le sobreviva el NAFTA en inglés, pues por lo que se ve ya se redefinieron las fronteras y Canadá negociará aparte con EU sin importar la suerte de los negocios y empresas al sur del río Bravo, pues volumen de comercio de Canadá con México es nada comparado con el volumen de sus ventas a Estados Unidos.