Hoy es el Día Internacional contra el Bullying, una práctica que ha llegado a extremos que sin duda deben ser erradicados y que tiene expresiones no sólo en la escuela y el trabajo, sino también en la política, y un ejemplo de ello es Delfina Gómez, la candidata a gobernadora del Movimiento Regeneración Nacional en el Estado de México.
Delfina no tiene el perfil de un político profesional y en general no tiene una imagen, comportamiento y discurso que vaya acorde con un personaje público promedio, por lo cual ha sido objeto de burla y escarnio por parte de los seguidores de sus adversarios políticos del PRI, PAN y PRD en los medios y las redes sociales en memes, videoparodias y demás.

 

 

El centro de las críticas a la candidata de Morena ha sido su persona, no su cuestionable trayectoria política que se caracteriza más bien por ser un títere de Higinio Martínez, ex alcalde de Texcoco, su promotor y antes hombre fuerte del PRD en el Estado de México. Ella ha sido señalada y denostada por su forma de hablar popular, su tipo racial y su forma de vestir, en una descalificación grosera de su origen popular que es el de millones de mexicanos.

 

 

Sin embargo y por ello el efecto ha sido contrario al que buscaban sus detractores. Según las encuestas, a pesar de no ser la puntera, la maestra Delfina Gómez avanza en las preferencias gracias a que ha sido tal la andanada de acoso, desprecio y discriminación en su contra que ha llegado a un nivel en que se puede decir que ha sido victimizada a grado tal que hoy proyecta la imagen de una mujer acosada y denostada por los poderosos y eso le va a dar muchos votos.

 

 

Hoy por hoy esa discriminación contra Delfina Gómez, ese bullying político-clasista es uno de los factores que la tiene avanzando en las encuestas de intención de voto para las elecciones del 4 de junio de este año y la blindó hasta el punto en que resiste sin despeinarse las críticas a sus desastrosa administración como alcaldesa de Texcoco, la cual integró con la familia de Higinio Martínez en puestos clave, como la Secretaría de Seguridad Pública y que tuvo como resultado que en su periodo crecieran la inseguridad y los secuestros en ese municipio a niveles escandalosos.

 

El de Delfina, guardando las proporciones, es un caso similar al de Andrés Manuel López Obrador, quien tuvo en el ex presidente Vicente Fox y los grandes empresarios a sus mejores promotores al lanzarse en su contra de manera tan virulenta con el proceso de desafuero y la campaña Un peligro para México, que lo hicieron inmune a los videoescándalos en los que se vio a su hombre más cercano recibiendo miles de pesos y dólares del empresario Carlos Ahumada, la exhibición de la vida de lujos de sus hijos y el hecho de que ha vivido sin trabajar desde que dejó la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal hace más de una década.

 

Así que si bien no debe ser nada agradable para Delfina ser víctima del bullying en esta campaña electoral, sin duda su victimización le ha atraído simpatías del electorado gracias al repugnante racismo y clasismo de sus detractores y adversarios.