Empecemos con buenos ánimos. A los lectores de 24 HORAS les deseo que el nuevo año les traiga lo mejor y que no se concreten las deprimentes proyecciones que para México hay en lo económico, lo político y lo social.

 

Y como en los últimos 10 años hiciera en Milenio Diario, dedicaré mi  primera columna del año a un hombre que dejó su huella en la televisión mexicana: Agustín Granados, a quien el cáncer se llevó un día como hoy hace exactamente 11 años.

 

Memorioso, dueño de un humor desbordante y un temperamento extremo, Agustín se destacó durante más de tres décadas como corresponsal de guerra, periodista parlamentario, conductor y promotor de la cultura; con su pasión, amor, amistad y compromiso marcó y dejó legado en no pocos reporteros, artistas plásticos, escritores, camarógrafos y conductores como Joaquín López-Dóriga, Pepe Cárdenas, Carlos Loret, Marisa Rivera, Patricia Betaza, Rafael Cardona, Ana María Lomelí, Alberto Peláez, Jesús Sánchez, Francisco Barradas, Julio González, Claudia Flores Barreto, Lourdes Esquivel y Susana Castaneira, entre muchos otros e incluido el que esto escribe, a quienes hizo parte de su familia junto con sus amadas Livier Gómez y Lorena y Livier Camberos.

 

Agustín era un polemista natural, en su entorno íntimo y público promovía la discusión sobre los medios y la política, que hoy viven tiempos de cambio convulso. Compartiría sin duda la idea de que los medios de comunicación no se anulan, la llegada de las nuevas tecnologías y la expansión de nuevas plataformas hace obligado que éstas se interrelacionen y que sus lenguajes se complementen. Sin embargo, polemizaría sin duda en torno a la calidad de los debates y los actores de las discusiones en las redes sociales.

 

En lo que sí sería contundente es en cómo en la construcción de cada lenguaje hacen falta contenidos que aporten valor agregado a la sociedad y a la construcción de la opinión pública y que el papel del periodismo es dar calidad a esos contenidos para que sean traducidos a los nuevos lenguajes de la era digital y a los nuevos lenguajes que surjan de esa interacción entre los medios tradicionales y los medios nacidos de la Internet.

 

Y, a estas alturas del calendario político, sin duda también participaría desde alguna plataforma en el debate sobre el desastroso fin de sexenio que se avecina, los fallos en la conducción del país, la crisis económica, la seguridad colapsada, la desconfianza en los partidos políticos y el gobierno, la carencia de opciones reales de cambio que se muestran con la flaca caballada de aspirantes a la Presidencia de la República en 2018.

 

Muy probablemente sus reflexiones incómodas seguirían publicándose en su columna impresa, Dicen los que saben, y en sus comentarios en Radio Fórmula, los cuales sería reproducidos en las nuevas plataformas y redes digitales.

 

Sería interesante si en este 2017 el rabioso, excesivo e incisivo Agustín Granados podría sustraerse de las escaramuzas, debates y no pocas diatribas que circulan en las redes sociales. De lo que sí no hay duda es que su capacidad de concreción, ironía, talento, cultura y olfato periodístico producirían tweets geniales o memes increíbles, que dejarían a no pocos muy mal parados.