La iglesia mexicana que se va a encontrar el Papa Francisco en su visita va a ser una institución herida y dividida. Dolida porque sufre los mismos males de la violencia que el resto de la sociedad y dividida porque en las altas esferas del Episcopado hay dos grupos que difieren en la forma de afrontar esta problemática, dijo Roberto Blancarte, experto en temas de religión y académico en el Colegio de México.

 

Sobre las afectaciones por violencia destaca el estudio realizado por el Centro Católico Multimedial, el cual contabiliza que durante los primeros tres años de este sexenio fueron asesinados 11 sacerdotes, mientras que en la primera mitad del sexenio de Felipe Calderón el número fue de siete.

 

Para el académico, la división se da porque hay una diferencia entre la postura que debe de tomar la Iglesia ante la violencia, pues mientras la postura del actual presidente del Episcopado, el arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles, es más crítica contra el gobierno, hay un grupo antagónico encabezado por el arzobispo de Tlalnepantla, Carlos Aguiar Retes, quien es más moderado.

 

“El presidente de la CEM (Robles) ha sido más crítico que su predecesor en torno a la violencia, además hay que considerar que el arzobispo de Tlalnepantla (Aguiar) tiene una mayor relación con el presidente Peña Nieto porque coincidió con él cuando era gobernador”, añadió el académico del Colegio de México.

 

Lo dicho por Blancarte coincide con los periodos de los sacerdotes, pues la relación de Aguiar con Peña Nieto se desarrolló durante dos años; de 2009 a 2011 coincidieron, el primero como arzobispo y presidente de la CEM, y el segundo como gobernador del Estado de México.

 

Aunque Robles fue obispo de Toluca en el periodo de 1998 a 2003, por lo que no coincidió con el actual presidente de la República y por lo tanto la relación es inexistente.