Las turbulencias de la política local y las del vecino del norte, con un verdadero loco a cargo de sus destinos, tienen dominados los medios, y es normal: ya sabemos lo mucho que se juega México, primero, y el mundo entero, después. Pero, y perdonarán la caída en el lugarazo común, la vida sigue. Así que los invito a que nos olvidemos de esa turbulencia un ratito y recordemos que Trump o no Trump, grillas locales y nacionales o no grillas locales y nacionales, tenemos una notable vida cultural en este país, y eso incluye desde luego, con méritos, las tierras chilangas.

 

 

La invitación viene a cuento porque vale la pena escaparse un rato al Museo de Arte Moderno, el famoso MAM, en Paseo de la Reforma, en pleno Chapultepec. Hay dos exposiciones de veras dignas de una visita por ejemplo este fin de semana, luego de que salgan a correr sus quince kilómetros de rigor y antes de que se vayan por el jugo verde y la granola orgánica. La primera, la más urgente porque sale de circulación ya, este mes, se llama “Remedios Varo. Apuntes y anécdotas de una colección”. Se trata de las piezas que el marido de Varo, Walter Gruen, donó al museo luego de una tremenda disputa legal.

 

 

Son 39 dibujos y pinturas que pertenecen, en general, a la década de los 50, y que por lo tanto incluyen mucho de lo más representativo de su obra. No es poco decir. Varo, española, exiliada en México, murió demasiado joven, el 63, a los 54 años, pero es uno de los nombres más poderosos de la pintura surrealista del siglo XX, y una artista de una influencia incalculable en la tradición mexicana. Corran.

 
La otra exposición está a pocos metros de la de Varo y se llama “Monstruosismos”. Con curaduría de la escritora Daniela Tarazona, que ha hecho una obra novelística potente en torno a la figura del monstruo, de lo perturbador, de lo aparentemente deforme, la exposición se alimenta de las colecciones del MAM, Bellas Artes y el Museo Mural Diego Rivera para proponernos una panorámica variopinta, de gusto irreprochable, juguetona y también digna de escalofríos, justamente de la representación del monstruo en el arte. Son 64 piezas, de la pintura y la foto a la escultura, el video y el arte popular, y de Leonora Carrington y Francisco Toledo a Julio Ruelas, a la Colonia y a contemporáneos jóvenes como Rubén Ortiz o Artemio.

 
Olvidemos un rato a Trump, los titubeos de nuestro presidente, las marchas. Démosle un chance a la ciudad, tan viva y generosa. Es una manera de darnos un chance nosotros, y lo necesitamos. Más aún: lo merecemos.