Cuando  José Francisco Blake asumía la secretaría de Gobernación, cargaba ya con antecedentes sobre su desempeño, en el estado de Baja California.

 

Entonces, el diagnóstico de Blake quedó reflejado en la columna Estrictamente Personal, que reproducimos a continuación:

 

La cuarta fue la vencida. Primero su amigo Felipe Calderón le pidió que integrara la Oficina de la Presidencia, cuando arrancaba su sexenio, y declinó. Luego, lo consideró como relevo de Juan Camilo Mouriño en la Secretaría de Gobernación tras su trágico accidente, y lo hizo a un lado. Después lo propuso para relevar a Eduardo Medina Mora como procurador general, pero priistas y panistas lo bloquearon en el Senado.

 

 

Hoy, en el momento más bajo de su carrera política, el Presidente volvió a pensar en su muy cercano amigo y designó a José Francisco Blake Mora, como el nuevo secretario de Gobernación.

 

 

Blake Mora apenas si pudo salir de Baja California, donde era el secretario de Gobierno del estado, en una irónica fuga hacia adelante. Como jefe político del grupo local “Los Rojos”, fue el estratega electoral del gobernador José Guadalupe Osuna Millán y el virrey del PAN estatal para los recientes comicios del 4 de julio.

 

 

En el estado más panista de todos en el país, Blake Mora llevó al partido al desastre. Por primera vez desde que en los 90 llegaran al poder, en la primer gubernatura conquistada al viejo régimen, el PAN fue aplastado. El PRI, que casi realizaba una contienda testimonial, le arrebató los cinco municipios y la mayoría de las 21 diputaciones del Congreso local. La razón de la debacle tuvo nombre y apellido: José Francisco Blake Mora.

 

 

El camino a la perdición fue en contra del propio panismo estatal. Blake Mora impuso su jefatura política para doblegar al senador Alejandro González Alcocer y al diputado federal Francisco Vega, ambos de Baja California, quienes se oponían a las imposiciones del jefe de “Los Rojos”. Poco le importó y con el apoyo del centro, fue colocando candidatos a modo.

 

 

De esa forma, puso como aspirante a la alcaldía de Tijuana -estratégica en Baja California porque controla la distribución del agua, el principal detonador de apoyo electoral-, a Carlos Torres, quien durante la campaña presidencial de Calderón había apoyado a Blake Mora como coordinador de las redes electorales. Igualmente hizo a un lado a los panistas para llevar como candidato a la alcaldía de Mexicali a Raúl López.

 

 

La estrategia de Blake Mora demostró sus enormes fallas, en la consolidación de un PAN unido que enfrentara al PRI y en la articulación de campañas electorales que hicieran sufrir, como cada elección desde hace tres sexenios, a los candidatos priistas.

 

 

No obstante, el Presidente lo llamó a ser el nuevo jefe político del gobierno federal, para entablar los puentes de diálogo y negociación con la oposición a la que lastimó su antecesor Fernando Gómez Mont, y a seguir sus líneas generales en su programa estratégico de la lucha por la seguridad pública.

 

 

De ambos temas sabía Blake Mora, aunque no necesariamente era eficaz. Salvo el periodo 2000-2003, cuando fue diputado federal -y se acercó enormemente al entonces legislador Felipe Calderón-, tuvo a su cargo puestos de elección popular en su estado, donde florecía el narcotráfico y la violencia era rampante.

 

 

La violencia disminuyó cuando arrancó el operativo conjunto del gobierno federal al inicio de la administración de Calderón, pero por la presencia de la Policía Federal y las Fuerzas Armadas, no por lo que antes se hubiera hecho en la entidad. El tema de la seguridad se la había entregado al gobierno federal, y él solía pasar los fines de semana en Ensenada, en hoteles de lujo y pescando en yate en compañía del secretario de Seguridad Pública estatal.

 

 

Su designación nació desde que compartieron curules en el Congreso. Ahí, Blake Mora fue parte de la Comisión Instructora que buscó sin éxito el desafuero de los legisladores Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana, los dirigentes petroleros, para que fueran a la cárcel por el escándalo del Pemexgate. El neopanista bajacaliforniano -había ingresado al PAN en los 90-, tuvo una relación con Calderón que fue estrechándose, al punto de convertirse en el coordinador en Baja California de su campaña presidencial.

 

 

De su trabajo provino la primera invitación para que le organizara su Oficina de la Presidencia, lo cual declinó porque José Guadalupe Osuna, con quien había sido regidor en el Ayuntamiento de Tijuana cuando este fue alcalde, lo invitó como coordinador de su campaña para la gubernatura.

 

 

La relación con Osuna se había dado a través del defenestrado presidente de la Cofetel, Héctor Osuna Jaime, con quien había formado el grupo político de “Los Rojos”, en compañía de la Oficial Mayor estatal y ex diputada federal Ruth Hernández, y de otro ex legislador, Cuauhtémoc Benavides. Al no aceptar Blake Mora, Calderón llevó a Los Pinos a Mouriño. Al morir este, Calderón pensó nuevamente en él, pero encontró en Gómez Mont una mejor opción táctica para ese momento.

 

 

La tercera propuesta de integrarse al gobierno vino con la destitución de Medina Mora, pero González Alcocer y otro senador, Fernando Castro Trenti, que responde a las instrucciones del senador Manlio Fabio Beltrones, encabezaron la oposición al nombramiento y terminaron vetándolo.