Chan Marshall nació en Georgia, Estados Unidos, en 1973. Su padre, músico de blues, tal vez, fue una de sus primeras influencias musicales. Se mudó diversas veces con su madre de lugar. Muchos colegios, pocos amigos. Este carácter errante hizo que la pequeña Chan se volviera retraída e insegura de sí misma. Al dejar la preparatoria, a los 16 años, comenzó a cantar en bares. Su música favorita era el soul.

Su padre era un músico de blues, y quizás fue una de las primeras influencias de Marshall a la hora de lanzarse al mundo de la música. De chica se cambió varias veces de colegio debido a que se mudaba constantemente con su madre, y la sensación de nunca encajar en ningún lado la marcó desde el principio y la convirtió en esa mujer insegura de sí misma que por alguna extraña razón decía ser. A los 16 años dejó la secundaria y empezó a cantar en bares acompañando a amigos que tenían bandas o que tocaban con ella. Según cuenta, al principio juntarse a tocar era solo una excusa más que tenían para drogarse y emborracharse, pero el talento innato de esta felina pudo más y la llevó a alcanzar la grandeza que hoy la convierte sin dudas en una referente del soul.

Cuando tenía 19 años se mudó sola a Nueva York, para empezar a dedicarse de lleno a su carrera musical, esa carrera con la que apostaba viajar y conocer el mundo. En sus primeros años allí grabó dos discos –Dear Sir (1995) y Mayra Lee (1996)- con el apoyo de Steve Shelley, baterista de Sonic Youth, que quedó atrapado por sus sensuales cuerdas vocales una noche que la escuchó abriendo un show de Liz Phair.

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Los primeros conciertos de Cat Power en aquellos días fueron un ejemplo del caos interno que experimentaba esta chica melancólica y confundida: pocas veces terminaba las canciones, se largaba a llorar en la mitad y pedía perdón todo el tiempo. Gran parte de la culpa de todo ese hundimiento y conflicto interno la tenían las drogas y el alcohol que eran sus grandes compañeros en esas épocas.

En 1997 firmó contrato con la discográfica Matador, al poco tiempo de haber lanzado su tercer discoWhat Would the Community Think (1996), con el que empezó a asentarse en el sonido que más cómodo le queda y que la hace brillar en medio de tanta oscuridad; un poco de soul, blues y algo de country, convierten a esta verdadera princesa del indie folk en una estrella.

Después de The Greatest, su disco más memorable, todo cambió. Altibajos, excesos, giras por todo el mundo. Después, hubo un giro drástico.

 ¿Qué tan fácil es para ti cambiar de género de un disco a otro, como lo has hecho en tu carrera? Has pasado del sonido rústico y tradicional de The Greatest a la electrónica en Sun.

No es tan “fácil” en ese término, ya que es saludable decir que como personas todos crecen con los años que van y vienen.  Es una progresión natural al cambio.

Hubo un álbum en medio de los dos que mencionaste, llamado Jukebox. Mucha gente no piensa que los álbumes de covers sean válidos, pero cuando un amante de la música voltea hacia la historia de la música, los covers juegan un rol generoso en cómo la música cambia a través del tiempo. Asimismo, quería retarme a mí misma con Sun. No quería crear canciones usando las mismas viejas herramientas: piano, voz y guitarra y voz. Por eso me incliné hacia los teclados y la batería.

¿Qué personalidad adoptas para cada uno de tus álbumes? ¿Qué tanto has cambiado como mujer con cada producción?

Nunca adopto conscientemente una personalidad para una canción o álbum. Las canciones navegan por sí mismas, en torno a una conciencia que poseo cuando escribí o grabé los álbumes mencionados. Esta conciencia continúa en las giras pero siempre está creciendo y cambiando en función de los acontecimientos mundiales o personales de la actualidad.

¿Si pudieras eliminar algunos vicios de la sociedad cuáles serían?

Vicios. Siento que los humanos no son perfectos, no son robots, así que de alguna manera inconscientemente cometen errores y buscan el desorden para que así se sientan desafiados o regocijados por repararlos. Es muy humano para los humanos tener vicios. Sin embargo, las adicciones son algo en lo que desearía que los humanos tuvieran mayor poder. Usualmente, veo que los seres humanos con problemas de adicción tienden a retraerse en ellos mismos. El miedo, al ser una raíz de la adicción, hace que los humanos se acerquen a ciertos vicios. Sin embargo, en un tono más moral, me gustaría que no existiera la pedofilia y el comercio sexual infantil.

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¿Cómo te sientes actualmente con tu vida?

Relajada lo suficientemente para saber que estoy totalmente en control de mí misma, de mi comportamiento y soy lo suficientemente responsable como para disfrutar de mi lo que vivo actualmente. La verdadera libertad es tal vez ejercer pensamiento y acción.

¿Qué escuchas actualmente?

El repetitivo choque de las olas durante horas afuera de mi ventana con vista al mar.

¿Cuál es tu más grande miedo?

 Perder a mi bebé.

¿Cómo es tu conexión con la audiencia en un concierto?

De otro mundo. Siento una deuda enorme con ellos. Siento que les debo la vida en muchos sentidos.

Si no te hubieras dedicado a la música, ¿qué harías ahora?

Probablemente sería bartender de medio tiempo, periodista de medio tiempo, profesora de medio tiempo, pintora de medio tiempo, escritora de medio tiempo, mamá de medio tiempo.

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