Mario Vargas Llosa es un personaje del escritor reconocido Mario Vargas Llosa. Lo mejor es pensar que sus nombres son homónimos azuzados por el azar. Un lector de la magnífica novela Conversación en La Catedral no debería de ubicar al otro Mario Vargas Llosa como un personaje que se ha unido a un grupo conformado por algunos ultraderechistas. De hacerlo, encontraría al otro Vargas Llosa, el escritor, como un personaje con rasgos grotescos, ya que pensar en una España roja antes que rota en el siglo XXI resulta una mala ficción.

 

Este grupo, conformado por algunos ultraderechistas (reitero, algunos) es ornamentado por un híper supuesto: un tanque ideológico articulado por el “centrista” José María Aznar busca salvar a España de un grupo de malditos catalanes que buscan independizarse del imperio. A la hipótesis, Vargas Llosa, no sabemos si el escritor o el personaje grotesco, la “enriquece” con algunas pequeñas hipótesis.

 

Veamos algunas de ellas: “El secesionismo catalán se hermana con el populismo antieuropeo y promueve la derrota de la democracia española”. No es una hermosa ficción, se trata de una grotesca página de la realidad, porque el personaje grotesco compara a Artur Mas, el presidente catalán, con Marine Le Pen o Gabor Vona, líderes de los partidos ultraderechistas Frente Nacional, francés, y Jobbik, holandés.

 

Otra de las pequeñas hipótesis es que “hasta ahora, el desafío secesionista no ha recibido la respuesta que merece (…) no existe un auténtico debate público sobre el fondo gravemente reaccionario del nacionalismo (…)”.

 

El pasado 29 de agosto, Artur Mas viajó a Madrid en automóvil para evitar las cámaras de los periodistas y/o a los políticos que se mueven por los aeropuertos. Rajoy, presidente, no llama al diálogo. El grotesco personaje le pide que haga algo. Lo que sea. Un socio intelectual del personaje grotesco ha pedido al presidente Rajoy, frente a micrófonos de la estación EsRadio, que suspenda la autonomía catalana, su nombre, Federico Jiménez Losantos.

 

Ni las peores páginas literarias reflejarían la asociación de ideas entre el personaje grotesco con el miasmático Federico Jiménez Losantos, guerrillero de la noticia que no hace mucho tiempo fue despedido por el brazo mediático de la iglesia católica española, la estación de radio COPE, por extremista; por promocionar, ad nauseam, la teoría de que el atentado en la estación de trenes de Atocha, en Madrid el 11 de marzo de 2004, no lo articuló un grupo islámico, sino ETA bajo la complicidad del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para lograr un solo objetivo: “derrocar” al Partido Popular. Un derrocamiento de facto a través de las urnas que pudiera regresar al PSOE al poder, como ocurrió 72 horas después de los atentados, la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero.

 

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El personaje grotesco se ha aliado con Albert Boadella. El 21 de septiembre de 2012 declaró: “Hay que dejar que Cataluña se suicide, yo les pegaría un empujoncito”.

 

En efecto, las peticiones de la agrupación “Libres e Iguales” se pueden leer en www.libreseiguales.es. Entre los abajofirmantes aparecen Fernando Sánchez Dragó, Arcadi Espada, Carlos Falcó y Félix Ovejero, entre muchos otros. Los vínculos de algunos de ellos con la ideología ultranacionalista, castiza, que debe de imperar en toda España, dejando a un lado la historia de los fenicios, por ejemplo, que se asentaron en Cataluña, son demasiados para describirlos en poco menos de cinco mil caracteres.

 

El manifiesto que firma, no el escritor sino el personaje grotesco, tiene elementos contradictorios. Por ejemplo, en el punto dos asegura: “Rechazar cualquier negociación que con el pretexto de evitar el conflicto que plantea el secesionismo catalán limite la soberanía del conjunto de los ciudadanos y el ejercicio de sus derechos”. De manera inmediata, destaca: “alcanzar un pacto público, solemne y conciso que establezca un compromiso transversal de unidad de acción frente al secesionismo y garantice la decisión de someter al referendo común cualquier alteración de las bases constitucionales”.

 

¿”Rechazar cualquier negociación” puede ser compatible con “alcanzar un pacto”? Oxímoron que ni Santiago Zavala, el famoso Zavalita de Conversación en La Catedral, se hubiera imaginado.

 

El debilitado presidente Aznar se encontró con el debilitado presidente Mas en medio de la crisis económica de España. El catalán recortó el gasto pero no le alcanzó. Rajoy descuidó las negociaciones políticas para dedicarse, de tiempo completo, a la economía.

 

Mas apostó y perdió frente a Esquerra Republicana de Catalunya, la agrupación separatista. Cuando Artur Mas se percató, ya era demasiado tarde. Los catalanes salieron a la calle el 11 de septiembre de 2012 y el movimiento rebasó a Mas. Rajoy, también fue rebasado por agrupaciones como las FAES, el tanque ideológico del ex presidente Aznar. Ayer, amigo. Hoy, rival del propio Rajoy.

 

¿En qué momento el genial Mario Vargas Llosa fue suplantado por el grotesco Mario Vargas Llosa?