Más pronto de lo que esperaba Enrique Peña Nieto, llegó la hora de los ajustes en su gobierno. Aunque todavía no se cumple el primer año y medio del sexenio, ya es imprescindible que el presidente de la República apriete algunas tuercas en el gabinete.
La realidad cotidiana en el país y los análisis estadísticos -del INEGI, por ejemplo- no dejan espacio para la duda, y en estas condiciones tendrá que imponerse en el ánimo presidencial, primero que nada, la búsqueda del bien superior de la nación, por encima de varias estrategias gubernamentales que han mostrado fallas de origen y de operación, y por encima de tal o cual funcionario -o funcionaria- que ha quedado por debajo de las expectativas. En algunos casos la falla ha sido doble: falló el programa y falló el hombre o la mujer responsable de aplicarlo. También es cierto que en dos o tres sectores de la actividad pública, no es absolutamente necesario cambiar al funcionario o funcionaria, sino cambiar el programa de trabajo. Sin embargo, una nefasta tradición política nacional impide que los “servidores públicos” de primer nivel -léase secretarios y secretarias de Estado- reconozcan que sus estrategias y sus tácticas son erróneas y, en consecuencia, desarrollan una enorme resistencia al cambio.

 

A estas alturas del sexenio, el presidente Peña Nieto ya sabe -sin temor a equivocarse- quién es quién en su primer equipo, y cuáles programas de gobierno no dieron los buenos resultados que él esperaba.
Los ciudadanos votaron en julio de 2012 para que Enrique Peña Nieto se colocara en el pecho la banda tricolor. Eso es lo que importa. Lo demás es lo de menos, porque quienes integran el gabinete son producto del dedazo presidencial, y así como Peña Nieto los designó, puede enviarlos de regreso a sus respectivos hogares para que no sigan haciendo daño a su jefe y, lo más importante, para que no sigan dañando al país.

 

AGENDA PREVIA

 

A las frases célebres que han intentado explicar los padecimientos de la economía mexicana, como aquella del “simple catarrito” (que se convirtió en “pulmonía cuata”) hay que agregar la siguiente: “La desaceleración de la economía en México en el primer trimestre es un bache temporal…” Banxico dixit en su informe trimestral de inflación. ¡Pues más que bache parece un socavón! Exclaman los escépticos.

 

Y hablando de baches, coyunturas, socavones, agujeros, etcétera, los expertos del Banco de México reflexionan en el susodicho informe sobre la importancia de fortalecer las fuentes internas de crecimiento en los siguientes años. Y apuntan:

 

“Es importante no perder de vista que desde una perspectiva de largo plazo el crecimiento económico de nuestro país ha sido insatisfactorio. Una de las razones principales del reducido crecimiento que por décadas se ha observado en México es la baja tasa de expansión de la productividad. Cabe resaltar que, para que un país logre incrementos significativos en su productividad que conduzcan a aumentos persistentes en sus tasas de crecimiento, se requiere un amplio proceso de transformación de la vida nacional que puede tomar un tiempo largo de implementación, ya que generalmente este proceso, a su vez requiere un profundo cambio en las instituciones que rigen a la actividad económica. La evidencia histórica de muchos países es congruente con esta afirmación. Esto sugiere que alcanzar una mayor productividad y un mayor crecimiento potencial en México representa un gran reto. En este contexto, es positivo que se estén llevando a cabo reformas estructurales encaminadas a incrementar la productividad. En efecto, entre otras reformas, las modificaciones a la Constitución que en meses previos fueron aprobadas en materia de telecomunicaciones, de competencia económica, de energía y de educación constituyen un paso fundamental en el proceso de cambio estructural que requiere el país. No obstante, es imperativo que estos avances se vean respaldados por leyes secundarias que preserven el espíritu de las modificaciones constitucionales. Asimismo, para lograr que las reformas alcancen su máximo potencial sobre el crecimiento de la productividad y, por lo tanto, sobre la actividad económica y el bienestar, también es necesario asegurar que sean implementadas adecuadamente en los siguientes años”.

 

O sea…