Hace dos años, Benjamín tocó fondo. Perdió no sólo su beca y el año en la preparatoria, sino también la confianza de sus padres. La razón: era adicto a la mariguana.

 

“No me daba cuenta de lo que pasaba. Fue hasta que perdí el año escolar y que los policías ya me tenían fichado que me di cuenta; fui afortunado, ya que lo que me pasó fue algo leve, pero a otros no les pasa igual. Uno se da cuenta hasta que le pasa algo grave”, cuenta Benjamín a 24 HORAS.

 

El joven, hoy de 18 años, empezó a consumir mariguana hace tres años: “Acababa de entrar a la prepa, y fui a una fiesta, ahí me la ofreció un primo. La fume, así nada más para probarla”, recordó Benjamín.

 

En ese entonces, el chico era alumno destacado, no el mejor de su clase, pero lo suficiente para tener beca desde primer semestre. El problema comenzó cuando, al estar en la nueva escuela, sus amistades comenzaron a vincularse con el consumo de drogas.

 

Y es que para él, la mariguana no paró en la curiosidad, era un deseo cada vez más fuerte. Su primo se convirtió en su dealer, primero de forma gratuita y, conforme avanzaba la dependencia, con el dinero que supuestamente era para la escuela.

 

“Gastaba el dinero de la beca o lo que me daban para la escuela, pero como ya no entraba a clases ni le tomaba importancia”.

 

Pasaron días, semanas, meses, y el fin de semestre llegó con malas calificaciones, más de la mitad de las materias reprobadas y el peligro inminente de perder no sólo la beca, sino el año escolar. En tanto, Benjamín seguía en el viaje.

 

“Obvio, en mi casa ya sabían que estaba pasando algo, pero es complicado, era una especie de secreto a voces”.

 

Los cambios en el modo de vida de Benjamín era visibles; en la escuela ya lo identificaban como un moto, en su casa ya lo veían como un problema y en la calle ya no disfrutaba nada que no fuera fumar.

 

“Ya no podía hacer ejercicio porque me faltaba el aire, también me distraía mucho en la escuela, lo único que quería era fumar”, añadió el joven.

 

La gota que derramó el vaso cayó muy lentamente; tras varios meses de mala vida reprobó el año, y ahí sus papás tomaron el mando. Después de analizar la situación, mandaron a Benjamín a Centros de Integración Juvenil para recuperar el tiempo perdido.

 

“Desde entonces (hace dos años) vengo al centro. Veo a los chicos que eran mis amigos cuando fumaba y no me reconozco. Ellos le siguieron, ahora se meten cosas más fuertes como coca, yo ya no, lo dejé y trato de seguir adelante, a veces me siento señalado porque varios en la escuela saben lo que hacía, pero nadie me lo dice de frente”.

 

Ahora que está el debate sobre el consumo de mariguana en el país, el chico pide que se vean todos los puntos.

 

“Antes no sabía de qué se trataba (fumar mariguana), pero ahora lo sé. A quienes van a debatir les digo que se informen, que digan lo que dicen los estudiosos. Yo ya sé qué se siente y las consecuencias, y puedo decir que no se tome a la ligera”.