El Sistema de Transporte Colectivo de la CDMX, inaugurado el 4 de septiembre de 1969, es uno de los más importantes del mundo por su capacidad de movilización, que tan sólo en 2016 alcanzó más de mil 700 millones 340 mil personas usuarias.

 

Mejor conocido como “el Metro”, a esta red la integran 12 Líneas, 10 neumáticas y dos férreas, y 195 estaciones. El primer tramo que se construyó fue de 12 kilómetros 660 metros, y corría de las estaciones Zaragoza a Chapultepec.

 

Durante la ampliación de la Línea 7, entre las estaciones Auditorio y Tacubaya, se hallaron los ataúdes de Lucas Balderas y otros combatientes de la invasión estadounidense de 1847; mientras que al construir la estación Talismán, de la Línea 4, se hallaron los restos de un mamut, los cuales se pueden apreciar en este mismo lugar.

 

El Metro ha recorrido aproximadamente 50 millones 822 mil 422 kilómetros. Supera en afluencia a los Metros de Nueva York, París y Londres, ya que es utilizado cada día por un promedio de cinco millones de personas.

 

Estos datos ilustran la gran complejidad de un sistema con una concepción metropolitana de transporte público que a últimas fechas se ha enfrentado a diversas dificultades, a consecuencia de la falta de inversión para su mantenimiento, ampliación y para la adquisición de más trenes.

 

El Metro es el sistema nervioso de la Ciudad de México; cualquier contratiempo o falla en su servicio repercute en todos los aspectos de la vida de la capital. Los usuarios padecen a diario toda clase de molestias en sus vagones, así como la tardanza entre cada tren, con tiempos que se pueden prolongar al menos hasta cinco minutos por estación, generando tránsito lento y las consecuentes repercusiones.

 

En mi Proyecto 2.5 se están revisando esquemas para que se mantenga una tarifa accesible, pero que también se le inyecten recursos del Fondo Metropolitano y el Fondo de Capitalidad, así como del sector privado, para iniciar una nueva etapa de modernización.

 

A fin de contar con trenes radiales que articulen la movilidad y la conectividad hacia los diversos modos de transporte público y concesionado que confluyen en la Zona Metropolitana, tenemos que pensar a futuro para conformar un nuevo esquema de transporte público que beneficie a las grandes mayorías, incentive el desarrollo económico y eleve la calidad de vida de quienes utilizan el Metro, al acortar los tiempos de traslado.

 

Los resultados de este nuevo modelo contribuirán a contar con un transporte público seguro y cómodo que enorgullecerá a la población capitalina, y nos permitirá dar el salto a un nuevo paradigma que será un ejemplo mundial de eficiencia.

 

caem