Entre sus diez ligas conquistadas de las últimas quince disputadas, entre títulos continentales como la Copa UEFA de 2009, difícilmente hallaremos algún trofeo que tenga más mérito que éste: el Shakhtar Donetsk ha vuelto a ser campeón de Ucrania, sólo que ahora lo ha hecho desde el exilio.

 

Cuando en 2014 debió salir de casa el equipo de los Girnyky (mineros, por la total dedicación de esta ciudad del este ucraniano a los yacimientos de carbón), se pensó que el retorno a la Donbass Arena sería pronto. Como parte de las tensiones con Rusia, de la adhesión de Crimea y Sebastopol, del conflicto extendido precisamente hasta la región de Donbass, el futurista estadio había sido bombardeado, aunque el daño material sería lo de menos.

 

El Shakhtar venía de ganar las últimas cinco ediciones de la Liga Premier ucraniana, pero jugar a más de 1,250 kilómetros de su hogar, cambió el tablero del futbol de ese país. Al notar que el éxodo duraría mucho más de lo esperado, el club comenzó a operar desde la capital Kiev y a jugar en Lviv (Leópolis en español). Por entonces, el capitán Darijo Srna declaraba: “Sentimos como si jugáramos todos nuestros partidos como visitantes. El apoyo de nuestra gente es lo que más extraño. Pero vamos a intentar dar una alegría a la afición que apoya al Shakhtar en estos momentos difíciles”.

 

Los partidos se han convertido en temporadas y las temporadas en años; tres ya desde que el Shakhtar se expatrió primero en Lviv y ahora en Kharkiv. Ahí, ha recuperado la hegemonía con esta nueva corona, mas parece poco factible regresar a esos gloriosos tiempos, cuando el club detectaba antes que nadie a los talentos: Willian, Fernandinho, Mkhitariyan, Douglas Costa, Bernard, Alex Teixeira, Brandao, se dieron a conocer ahí.

 

Su gran rival, el Dynamo de Kiev, ha experimentado también un cambio. La enemistad entre Dynamo y Shakhtar tiene que ver con el choque entre el rico venido a menos (el Dynamo fue el mejor equipo de la Unión Soviética) y el nuevo rico (antes de los millones de su propietario, Rinat Akhmetov, el Shakhtar apenas tuvo brillo), pero también con la confrontación entre dos Ucranias: la capitalina aferrada a la independencia de Rusia y la del este predominantemente ruso-parlante. Ese estereotipo, sin embargo, fue rebatido en 2014 cuando los aficionados del Shakhtar se hermanaron con los del Dynamo en contra de la secesión de Donbass.

 

Por estos días se realiza en Ucrania el festival de música Eurovisión, en el que Rusia ha decidido no participar en medio de una gran tensión. Si en 2014 la representante ucraiana inscribió una canción que molestó a los rusos por su carga política, en este 2017 iba a acudir una artista rusa que actuó en Crimea poco después de la anexión.

 

Mucho más que música en Eurovisión, mucho más que futbol en el Shakhtar. Motivo para dimensionar esta proeza: no es sólo el décimo título de liga en quince años; es el primero desde que se convirtió en un equipo errante.

 

Twitter/albertolati

 

aarl

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