Tan efusivo como siempre en Twitter, Donald Trump, ordenó en un tuit cancelar la orden a la compañía Boeing para fabricar un nuevo modelo del avión presidencial Air Force One, alegando precios excesivamente altos.

 

De inmediato, las afirmaciones se extendieron como pólvora entre los medios de comunicación y la atención creció cuando el mismo Trump bajó al vestíbulo de la torre que lleva su nombre en Manhattan para hablar con los periodistas que hacen guardia.

 

“Queremos que Boeing haga un montón de dinero, pero no tanto”, agregó el presidente electo, que no suele aparecer ante los periodistas que están a diario en la Torre Trump siguiendo sus reuniones para la formación del gobierno.

 

Los voceros de Trump no han dado detalles sobre cómo llega a esa cifra el presidente electo, aunque dieron a entender que incluye la fabricación de dos unidades del avión presidencial y el gasto necesario para el programa de investigación y desarrollo.

 

Pero, en principio, las cifras dadas por el Presidente electo no coinciden con las de Boeing.

 

 

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Infografía: Xavier Rodríguez

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Respuesta empresarial

 

En un comunicado tras estallar esta polémica, la firma aeronáutica, con sede en Chicago, indicó que actualmente está en vigor un contrato por 170 millones de dólares vinculado con el desarrollo del nuevo avión presidencial.

 

Esa suma será utilizada para “ayudar a determinar las capacidades de esta compleja aeronave militar que se adaptan a los requerimientos únicos del presidente de Estados Unidos”.

 

“Esperamos trabajar con la Fuerza Aérea en fases posteriores del programa que nos permitan entregar los mejores aviones presidenciales con el mejor valor para el contribuyente estadunidense”, agrega el comunicado de Boeing.

 

Según los números del Departamento de Defensa, se ha planificado reservar cerca de dos mil 800 millones de dólares para el desarrollo del programa del nuevo avión presidencial, con partidas que serán entregadas hasta el año fiscal de 2021.

 

Jason Miller, uno de los portavoces del equipo de transición presidencial, no ofreció detalles al respecto cuando fue consultado por los periodistas en el contacto telefónico diario, pero insistió que el objetivo es “reducir los gastos del Gobierno”.

 

Pero Miller no precisó si había contactos del equipo de transición presidencial o de Trump mismo sobre este tema con Boeing o con el contratista, la Fuerza Aérea, y si la idea es eliminar por completo la fabricación de los nuevos modelos.

 

Tampoco se ha informado si, en caso de que se cancele la orden, las penalidades que puedan existir si se rompe el contrato.

 

De momento, el anuncio de Trump estaba castigando a Boeing en Wall Street, ya que sus títulos estaban perdiendo 0.7 % a media sesión.

 

Trump compró acciones de Boeing en 2013 pero las vendió el pasado mes de junio, según su portavoz Jason Miller. Cuando el presidente electo las compró dijo que Boeing era “una gran compañía”. Actualmente el presidente electo viaja a bordo de un Boeing 757, conocido popularmente como “Trump Force One”, que es de su propiedad.

 

Se queja

 

“Boeing está construyendo un nuevo 747 Air Force One para futuros presidentes, pero los costos, por más de 4000 millones (de dólares), están fuera de control. Cáncelen la orden”.

 

Donald Trump

 

Presidente electo de EU