El presidente electo de EEUU, Donald Trump, contestó hoy a las amenazas de Corea del Norte en la red social Twitter y aseguró que el régimen norcoreano no desarrollará un arma nuclear que pueda poner en peligro la seguridad de Estados Unidos.

 

Trump reaccionó así al discurso de Año Nuevo que dio ayer el líder norcoreano, Kim Jong-un, quien anunció que Corea del Norte ultima los preparativos para lanzar otro proyectil balístico intercontinental, lo que subraya una vez más la apuesta de ese país asiático por su programa nuclear y de misiles.

 

“Corea del Norte acaba de afirmar que está en la etapa final para desarrollar un arma nuclear capaz de llegar a zonas de Estados Unidos. ¡No va a suceder!”, aseguró el magnate en Twitter.

 

Unos minutos más tarde, Trump lanzó otro mensaje en Twitter para cargar contra China por su apoyo a Corea del Norte y por su política comercial y monetaria, ya que el millonario neoyorquino considera que la devaluación del yuan por las autoridades chinas es “devastadora” para la economía estadounidense.

 

“China ha estado tomando enormes cantidades de dinero y riqueza de Estados Unidos (..), pero no ayudará con Corea del Norte. ¡Qué bonito!“, reprochó Trump.

 

Durante la campaña, Trump llamó a Kim “maníaco”, aunque no aclaró si esa descripción era del todo negativa porque, acto seguido, dijo que había que dar “crédito” al líder norcoreano.

 

El hermético país estalinista ha lanzado anteriormente en seis ocasiones misiles balísticos intercontinentales, que asegura que emplea para poner en órbita satélites de observación.

 

No obstante, los ensayos norcoreanos se enmarcan en su meta de lograr proyectiles precisos y con alcance lejano y armas nucleares lo suficientemente pequeñas para equiparlas sobre los mismos.

 

En caso de lograr este objetivo -que se antoja cada vez más cercano, según los expertos- Corea del Norte tendría armamento atómico para alcanzar territorio estadounidense y podría emplearlo como elemento disuasorio para asegurar la supervivencia del régimen.

 

Durante décadas, uno de los desencadenantes del malestar de Pyongyang han sido los ejercicios militares conjuntos que Corea del Sur y EEUU llevan a cabo anualmente, varios como herencia de la Guerra de Corea (1950-53), que finalizó con un armisticio nunca reemplazado por un tratado de paz definitivo.