Donald Trump emitió un mensaje este viernes por la mañana en el que advirtió que “Corea del Norte se está portando muy mal. Ellos han estado “jugando” con los Estados Unidos durante años. China ha hecho poco para ayudar!”, dijo en su cuenta de Twitter esta mañana de viernes.

 

El secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, dijo hoy en Seúl que la diplomacia paciente de la Era Obama se ha terminado a la hora de lidiar con el programa nuclear norcoreano y que todas las “opciones están abiertas” en este terreno.

 

“La paciencia estratégica se ha terminado”, aseguró Tillerson en una rueda de prensa celebrada en Seúl, segunda parada de su gira asiática, con su homólogo surcoreano, Yun Byung-se, en referencia al enfoque adoptado por la anterior Administración en Washington para tratar con el régimen de Pyongyang.

 

En su visita a Japón en la víspera, ya apuntó a que el nuevo Gobierno estadounidense no tiene pensado apostar tampoco por los incentivos de la Era Clinton o el enroque de Bush hijo para tratar de aislar por completo a Pyongyang de la comunidad internacional.

 

Sin embargo, Tillerson tampoco ofreció hoy más detalles sobre qué fórmula baraja la Casa Blanca con Trump al frente para atajar la nuclearización norcoreana, un desafío cuya complejidad se ha incrementado merced a los avances mostrados por el hermético país tras la llegada de Kim Jong-un al poder hace poco más de un lustro.

 

Tillerson se limitó a decir hoy que lo mejor para Pyongyang “es abandonar su programa nuclear y de misiles y el desarrollo de cualquier arma de destrucción masiva”, y que se barajan “una nueva gama de medidas en materia diplomática, de seguridad y económica”, insistiendo en que “todas las opciones están sobre la mesa”.

 

Sea cual sea la estrategia a adoptar, deberá tener en cuenta un previsible cambio de Gobierno en Corea del Sur tras la reciente destitución por corrupción de la presidenta Park Geun-hye y el hecho de que este nuevo Ejecutivo seguramente quiera mejorar sus pésimos lazos con Pyongyang tras una década de administraciones conservadoras en Seúl.

 

“No queremos que las cosas desencadenen en un conflicto militar”, quiso aclarar por otra parte Tillerson en relación a la carta de la intervención bélica.

 

“Aunque obviamente si Corea del Norte realiza acciones que amenacen a las fuerzas surcoreanas o a nuestras propias tropas, entonces la respuesta sería la apropiada”, advirtió el jefe de la diplomacia estadounidense con respecto a las llamadas “provocaciones” de Corea del Norte.

 

La última de ellas se produjo el pasado 6 de marzo, cuando el ejército norcoreano disparó cuatro misiles de medio alcance a aguas japonesas.

 

El lanzamiento pretendía ser una réplica de Pyongyang hacia lo que el régimen Juché considera a su vez otra provocación y un ensayo para invadir su territorio; las maniobras militares anuales que Seúl y Washington realizan estos días en suelo surcoreano y que este año cuentan con el mayor despliegue de activos hasta la fecha.

 

Estos ejercicios de naturaleza netamente defensiva, según aseguran los aliados, pretenden ser una demostración de fuerza ante el número récord de pruebas atómicas y de misiles que efectuó Pyongyang en 2016 pese a los dos estrictos paquetes sancionadores de la ONU que le fueron endosados por ello.

 

Al actual clima de tensión en la península se une el asesinato en febrero del hermano mayor del líder norcoreano en Malasia, que ha aumentado aún más las fricciones entre Pyongyang, que niega toda implicación, y Seúl, que acusa abiertamente a su vecino del Norte de estar detrás.

 

Por último hay que sumar la instalación en Corea del Sur del escudo antimisiles THAAD -destinado a interceptar misiles nocoreanos- y el efecto negativo que ha tenido en las relaciones de Seúl con Pekín, que considera que el sistema puede servir para espiar sus instalaciones militares.

 

Su represalia ha pasado por activar medidas que constituyen un boicot económico encubierto contra su vecino (cuya economía depende enormemente de China) y que Tillerson criticó hoy en un tono más duro de lo esperado al decir que son “inapropiadas y problemáticas”.

 

Y así encara mañana el jefe de la diplomacia estadounidense la parada más compleja de su gira asiática, Pekín, donde deberá endulzar estas últimas palabras e intentar convencer a las autoridades de que el THAAD es puramente defensivo.

 

En la capital china, el secretario de Estado estadounidense va a tratar de buscar el que, según los expertos, es el principal y más difícil objetivo de este viaje, intentar convencer a Pekín, lo más parecido a un socio que tiene Pyongyang, de que adopte de una vez por todas un papel activo para intentar que el régimen se siente a negociar.