MADRID. El escándalo que conmovió a España de los curas pedófilos de Granada que actuaban como una secta para abusar sexualmente de menores durante años, y que fue denunciado a la policía y el poder judicial, creció ayer cuando un juez ordenó arrestar a cuatro personas: tres sacerdotes y un laico.

 

Un joven identificado como Daniel, que en la actualidad tiene veinticuatro años, escribió hace unos meses al pontífice y al arzobispado de Granada (sur) para contar que entre los trece y hasta la mayoría de edad (dieciocho) sufrió abusos sexuales por parte de varios religiosos.

 

El adolescente Daniel ayudaba voluntariamente en labores relacionadas con la Iglesia y pasaba temporadas en una residencia religiosa en la que convivía con sacerdotes y algunos seglares.

 

En sus misivas el joven contó que sufrió abusos reiterados y su sorpresa fue enorme cuando en agosto recibió una llamada de alguien que primero se identificó como “padre Jorge” y que después admitió que era el papa Francisco.

 

El pontífice se interesó por su caso y le pidió perdón, según el relato que el joven hizo a la publicación Religión Digital, el primer medio español que se hizo eco del caso.

 

Dos meses después, en octubre, el joven puso una denuncia en un juzgado de Granada y en ella incluyo el nombre de nueve sacerdotes y de dos seglares, de los que tres religiosos fueron presentados como supuestos autores materiales de los abusos y el resto como encubridores o conocedores de los hechos.

 

Después de tomar declaración a una docena de personas el juez encargado de la investigación tomó la decisión de detener a tres curas y a un laico, que es un profesor de Religión muy próximo a los otro tres, según fuentes de la investigación.

 

El juzgado granadino la dictaminado la incomunicación de los cuatro detenidos, que pasarán a disposición judicial en un plazo máximo de 72 horas, cuando la Policía termine sus investigaciones.

 

La causa está bajo secreto sumarial, según recordó el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien subrayó que el papa Francisco y la Conferencia Episcopal española han sido “beligerantes para que este caso saliera a la luz y para erradicar del seno de la iglesia estos comportamientos que a todos nos conmueven y a todos nos producen un daño muy grande”.

 

Existe la posibilidad de que hubiera más menores víctimas de este grupo, conocido como el “clan de los Romanones” por el nombre de uno de los implicados.

 

Los abusos habrían tenido lugar en residencias de fin de semana de la provincia de Granada en las que se juntaban varios religiosos y laicos católicos y algún menor de edad, como Daniel, que habitualmente ayudaba voluntariamente en labores relacionadas con la Iglesia.