ENGLEWOOD. Pete Carroll y Bill Belichick, los entrenadores que quieren alzar el trofeo Lombardi, avalan el axioma que los estrategas que fracasan en su primera experiencia al mando de un equipo de la NFL acaban redimiéndose en su segunda oportunidad.

 

Carroll fue despedido de los Jets luego de una campaña y después por los Patriotas al cabo de tres temporadas. Fue remplazado en Nueva Inglaterra por el propio Belichick, quien fue echado de los Cafés luego de media década de mediocridad en Cleveland.

 

Uno de ellos recibirá otro anillo con diamantes engarzados cuando la campaña finalice.

 

Cuando el confeti caiga sobre los Halcones Marinos o los Patriotas el próximo domingo, 12 de los últimos 18 equipos ganadores del Súper habrá sido dirigido por un entrenador que ha sido despedido.

 

Antes de esa racha los 23 ganadores del Super Bowl entre 1974 y 1996 fueron equipos cuyo entrenador estaba en su primer encargo como responsable de un equipo.

 

Esas deben ser buenas noticias para equipos como los Broncos, Osos, Raiders y Bills. De los seis vacantes de entrenador que se han llenado hasta ahora, cuatro han sido para entrenadores con experiencia: Gary Kubiak en Denver, John Fox en Chicago, Jack del Río en Oakland y Rex Ryan en Buffalo.

 

Sus trayectorias fueron consideradas por sus nuevos patrones como un elemento clave al momento de tomar la decisión de elegirlos.

 

Por ejemplo, tras lograr una marca de 50-52, incluyendo la postemporada para los Jets de 2009 a 2014, Ryan llegó a Buffalo, donde Doug Marrone renunció sorpresivamente.

 

“La experiencia fue primordial”, dijo el gerente general de Oakland Reggie McKenzie tras contratar a Del Río, cuya marca de 69-73 en Jacksonville de 2003 a 2011 destaca luego del récord 11-42 que ostentan los Jaguares de Jacksonville desde entonces.