En alguna entrevista, el cineasta Werner Herzog decía que ciertos fenómenos de masas habría que darnos tiempo para observarlos, aunque fueran repugnantes y extraños. Así justificaba Herzog las horas que había dedicado a ver por televisión la lucha libre de la Wrestlemania o las series de Anne Nicole Smith. “Son populares… es lo que viene”.

 

De la misma manera me justificaré por haber acudido a la cuarta parte de Transformers, Age of Extinction: a  pesar de que el fenómeno me parece repugnante…es lo que viene.

 

Justo hace tres años, al publicar en otro medio mi crítica a la tercera parte de esta saga, me hice acreedor al mayor número de mentadas de madre que texto alguno me hubiese provocado jamás. Empero, lo que dije de TF3 aplica de nueva cuenta para TF4: es una de las experiencias más horribles que haya tenido en el cine jamás.

 

Y miren que he visto películas malas (el año pasado me eché las de Derbez y Martha Higareda, ¡este año vi hasta la de Olallo!), pero nada, absolutamente nada se compara a esta orgía de incoherencias e idiotez rampante. Alex de Large -el personaje de A Clockwork Orange- sufrió menos con el famoso tratamiento Ludovico que lo que yo sufrí aquella vez.

 

Uno acude al cine de Michael Bay sabiendo qué esperar; nadie busca coherencia, trama o un guión; pero aún con eso en la conciencia, Bay sorprende por los altos niveles de estupidez alcanzados en esta cinta.

 

Es curioso, lo único que no hacen estas películas es justamente transformarse: la trama es básicamente la misma de las tres anteriores. Luego de la invasión alienígena de TF3, el gobierno de los Estados Unidos rompe su alianza con los Autobots y decide exterminarlos. Un facineroso agente de la CIA (Kelsey Grammer, haciendo voz a lo Darth Vader) junto con su número dos (Titus Welliver) harán lo que los Decepticons no pudieron: poner de rodillas (inexplicablemente) a los Autobots.

 

A la par tenemos a Mark Wahlberg (sustituyendo a Shia Labeouf, único acierto de la cinta) como un “inventor” (con apellido Yeager, ¿acaso una referencia a Pacific Rim?), padre de una guapa adolescente (cuasi anoréxica Nicola Peltz, bajando gacho el estándar fijado antes por Megan Fox) y que se encontrará con un desvencijado Optimus Prime quien, en su clásica verborrea -propia de diputado del tricolor-, salvará a los autobots, a la humanidad y a lo que se deje. En el inter, un remedo de Steve Jobs (Stanley Tucci persiguiendo la chuleta) encuentra la forma de hacer unos Transformers pirata. Obviamente se armarán los trancazos de rigor con harta explosión, algunos close-ups a las piernas de Nicola Peltz (la señorita anda muy escasa de trasero, pobre) y todo ello por casi tres horas.

 

Hay ligeros dejos de contención: no son tantos personajes, le ha bajado (que no aniquilado) a los chistes sexistas, incluso las escenas de transformación son pocas. En contraparte, nada en la película tiene sentido (si lo tuviera me temo no sería Transformers), las incongruencias están al por mayor, las elipsis suceden de a dos por segundo, el caos domina y las tomas son las mismas de siempre: dolly alrededor de los personajes, contrapicado para hacerlos ver más heróicos, planos paralelos atiborrados de acción. Eso sin mencionar el estúpido transfromer-dinosaurio-escupefuego (?), que supongo será el orgasmo geek de todo fan de este infierno.

 

El enigma sigue sin resolverse: ¿por qué es exitosa esta saga?, ¿qué ve el público en ella?, ¿cómo es posible que los pronósticos más conservadores hablen de 1 billón de dólares en taquilla? Urge entender la mecánica de esto y desarmarla cuanto antes porque la amenaza está hecha: si llegan al billón, habrá dos secuelas más. San Juditas nos agarre confesados.

 

Transformers: Age of Extinction (Dir. Michael Bay)

0 de 5 estrellas.

 

PAG-26-TRANSFORMERS