Tom en el Granero (Dir. Xavier Dolan)

 

 

A sus escasos 25 años de edad, con cuatro largometrajes estrenados y más de 35 premios internacionales (incluido el del Jurado en Cannes por su más reciente cinta Mommy), el joven cineasta canadiense Xavier Dolan se ha ganado a pulso el mote de enfant terrible del cine actual mediante una carrera vertiginosa, de filmes interesantes que perfilan un futuro francamente prometedor.

 

Poco conocido en México más allá de festivales y demás circuitos cinéfilos, su tercer largometraje, Tom en la Granja, será el primero en estrenarse de forma comercial en nuestro país, oportunidad en verdad única para conocer el estilo cada vez más depurado de un cineasta que sorprende por su soltura y habilidad de puesta en imágenes.

 

Como bien menciona Guy Lodge en su reseña para Variety, la trama de esta película bien podría estar basada en la famosa canción Coffee and TV del grupo británico Blur (¿Vas a ir al campo?, no está muy lejos, habrá ahí gente que te lastime por ser quién eres). Justo eso es lo que le sucede a Tom (Dolan mismo) joven canadiense, citadino, de profesión publicista, que llega a la granja de la familia de Guillame, su recién fallecido novio.

 

La sorpresa vendrá cuando Tom se dé cuenta que la madre de su novio, Agatha (Lise Roy), en realidad no sabe que su hijo era homosexual, y no lo sabe gracias a los interminables esfuerzos de Francis (Pierre-Yves Cardinal), el homófobo y muy violento hermano de Guillame quién todo este tiempo ha engañado a su madre haciéndole creer que su hijo era heterosexual y que además tenía una guapa novia.

 

Francis de inmediato amenaza a Tom para que le siga el juego, continúe con la mentira  y se largue de ahí cuanto antes; pero ello no será fácil, la manipulación disfrazada de fragilidad y melancolía de la madre, además de la furia homófoba de Francis harán cuasi imposible huir del lugar.

 

Si bien el contexto homosexual es importante, Dolan no tiene intención alguna de volver esto un discurso sobre la tolerancia ni mucho menos (de hecho pareciera divertirse al torturar a su propio personaje con toda una serie de situaciones límite respecto a decir la verdad y asumir su sexualidad), lo que importa al cineasta es hacer un ejercicio de género; estamos ante un thriller oscuro, de tintes macabros, a veces eróticos, de aquellos donde la dirección de las acciones no es fácil de adivinar.

 

“¿Por qué crees que a los treinta años sigo viviendo con mi madre?” le espeta en algún momento Francis a Tom, en un lance que solo incrementa la oscura relación homoerótica que se desata entre ambos y de la cual Tom pareciera aceptar veladamente en una especie de auto-secuestro psicológico que irá incrementando la intriga y la tensión.

 

La homosexualidad delatora estará latente todo el tiempo; los secretos irán surgiendo poco a poco y Dolan hará todo lo posible para exacerbar el escenario: cambiando sus encuadres (planos abiertos al inicio, close-ups rumbo al final), modificando el formato de proyección al vuelo (de full screen a panorámico) y acompañándose (tal vez excesivamente) de la ominosa música a cargo de Gabirel Yared, quien impregna en todo momento una sensación de peligro y delirio francamente perturbadora.

 

Es un cliché decir que un thriller (el que sea) evoca a Hitchcock, pero en el caso de este cinta los guiños son varios, desde aquella escena en la regadera, pasando por el personaje de la madre o la ya mencionada banda sonora que se encaja perfecto: esa versión en francés de “The Windmills of Your Mind” el inicio del filme y el cierre con la exacta “Going to a Town” de Rufus Wainwright.

 

Sorpresivo que alguien con tan sólo 25 años sepa manipular con tal soltura aquellos hilos que nos alteran, nos perturban y nos emocionan en una pieza de buen cine.

 

Tom à la ferme (Dir. Xavier Dolan)

3 de 5 estrellas.