“Tenía como siete años cuando acompañé a mi papá a una de sus peleas. Él se puso la máscara una calle antes de llegar a la Arena México y fue cuando me di cuenta que era luchador. Aún puedo recordar la emoción de la gente al reconocerlo, los autógrafos y la alegría”, comenta Tinieblas Jr.

 

Verlo luchar no fue menos emocionante, aún piensa en cuando le querían quitar la máscara y él decía que lo iba a defender cuando fuera grande. Aunque claro, también recuerda los nervios de su madre, ya que es una profesión de riesgo.

 

Ese fue uno de sus primeros acercamientos a la lucha libre, un deporte que ha forjado leyendas para el público mexicano. Ninguno de sus hermanos se dedicó a ello, él es el hijo mayor y, cuando le dijo a su padre que quería seguir sus pasos, él le dijo que primero tenía que terminar una carrera.

 

Y así fue, estudió Diseño Gráfico y comenzó a trabajar en ello antes de insistir con su sueño de subir al ring. Ahí comenzó su historia en las luchas y con 1.90 metros de estatura no pasó desapercibido. Debutó junto a su padre en 1990. Desde entonces, trabajó para ser reconocido por méritos propios.

 

En una segunda faceta, ya como promotor, creó la Federación Universal de Lucha Libre. El crecimiento de la empresa se dio gracias a las redes sociales. Parte de su sello se dedica a organizar eventos familiares.

 

Aunque continúa con su carrera en el ring, también recibe invitaciones para participar en obras de teatro, programas de radio, brigadas de educación para los adultos, programas de reciclaje en escuelas o de concientización contra enfermedades como la diabetes.

 

La lucha le ha dejado grandes satisfacciones como conocer lugares remotos, Japón y Europa entre ellos. Además de tener una figura de acción en Estados Unidos.

 

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