La construcción de la nueva terminal representa un reto para la ingeniería mexicana por tratarse de un terreno que, por sus características, tiene hundimientos anuales de hasta 25 centímetros.

 

Si bien el diseño del aeropuerto, a cargo del arquitecto Norman Foster, plantea una estructura del edificio central a base de materiales ligeros (acero y cristal) para reducir el peso, el Instituto de Ingeniería de la UNAM estudia las condiciones del suelo y prueba varias técnicas de cimentación diseñadas para terrenos blandos como los del NAICM.

 

Planeado en un terreno de cuatro mil 431 hectáreas de lo que hace cinco siglos era el Lago de Texcoco, el NAICM contará con un edificio central, una torre de control y seis pistas, por donde transitarán al día más de 300 mil personas y dos mil 750 aviones.

 

Desde el diseño del aeropuerto, el arquitecto Norman Foster consideró este reto, esto por medio de una estructura de materiales ligeros (acero y cristal) que reduce el peso del edificio central. De cualquier forma, el riesgo de hundimientos sigue presente.

 

Uno de los trabajos más reconocidos de Foster con estructuras ligeras es el techo del patio del Museo Británico, el cual está compuesto por de acero y cristal de 420 toneladas sostenidas en 20 columnas. La estructura cubre seis mil metros cuadrados, pero con la particularidad de que ni un kilogramo recae en los muros del edificio original que data del siglo XVIII.

 

Por ello, antes de comenzar con la construcción se le encargó al Instituto de Ingeniería de la UNAM que estudiara las condiciones del suelo y experimentara con técnicas de cimentación diseñadas para terrenos blandos como los del NAICM, y así elegir la mejor.

 

En su estado natural, el predio del NAICM es un lago salado, por lo que el suelo es salino, blando y con mucha agua en el subsuelo. Estas características dificultan construir en él, pues la sal corroe los cimientos, las estructuras se hunden y los sismos (comunes en el Distrito Federal) se amplifican.

 

Cada una de las estructuras del nuevo aeropuerto tiene requerimientos técnicos distintos. Por ejemplo, las pistas de aterrizaje tienen una resistencia superior a la de cualquier carretera, esto debido a que un avión es mucho más pesado que cualquier automóvil.

 

La presión a la que se somete una pista al momento del aterrizaje es de cientos de toneladas, y en el caso del NAICM los cimientos deben impedir el hundimiento luego de tantos impactos de los aviones al descender.

 

Buscando soluciones 

 

El Grupo Aeroportuario México de la Ciudad de México encargó al Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (INNGEN) el estudio del suelo desde diciembre del año pasado analiza cuál es la mejor opción de cimientos para la terminal aérea.

 

Manuel Mendoza López, subdirector de estructuras y geotécnia del Instituto, explicó que los estudios los realizan junto a la empresa holandesa Postensa. Ambos grupos de ingenieros, tomando en cuenta experiencias internacionales determinaron que hay ocho técnicas viables para una cimentación que permita un hundimiento máximo de 0.5 centímetros al año.

 

Para el equipo del INNGEN la solución más viable es la de construir un terraplén (una capa de tierra que levanta el nivel original del terreno para mejorar el soporte del suelo) sostenido por un sistema de pilotes subterráneos. Aquí la duda es saber de qué material construir el terraplén y los pilotes.

 

En cambio, Postensa propone la construcción una caja estructural (un cubo hecho de concreto, acero y bloques huecos) para que soporte toda la edificación, ya sea con pilotes debajo de éste o sin ellos.