Así lo calificó el jefe de la bancada perredista Miguel Barbosa: como un foro “tendencioso”.

 

De la misma manera lo consideró el senador priista Patricio Martínez: “tendencioso”.

 

“Con los dados cargados”, describió a su vez Héctor Gandini, representante de la sociedad civil.

 

Pero eso no fue lo peor que ocurrió ayer en el foro sobre el autotransporte de doble remolque. Lo que irritó en serio a varios legisladores fue que “amigos” de los empresarios y de los transportistas tuvieran el cinismo de preguntarles ¿qué intereses espurios había detrás de ellos?

 

Se referían concretamente al panista Javier Lozano, presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes y organizador del foro en cuestión, quien pidió a los senadores que hicieran uso de la palabra, ¡declarar si tenían algún interés en esa industria o con algún transportista!

 

Lo absurdo y paradójico de aquella situación, apuntaría el ex gobernador de Chihuahua, es que eran precisamente los empresarios y los transportistas –junto con sus aliados en la Secretaría de Comunicaciones y en el Senado– “quienes traían sus intereses y anteponían estadísticas amañadas y mal registradas”.

 

Pero habría más aún para ponerle los pelos de punta a los representantes ciudadanos y a no pocos ciudadanos que meramente viajamos por las carreteras del país y vemos la realidad de lo que acontece.

 

En la carretada de siglas que abrió la participación del foro, la primera reacción de indignación la levantó Alejandra Palacios Prieto, comisionada federal de Competencia, quien pidió no dejarse influenciar ¡por la opinión pública y sus intereses!

 

“¿Y por qué cree entonces que estamos aquí?”, repuso Gandini, al tiempo que le caían las críticas encima. Sólo que ella ya no las escuchó. Simplemente dejó la víbora chillando y se fue.

 

El representante de Caintra, Francisco López Molina, destacaría por alegar que “la seguridad no puede ser a costa de dañar la competitividad”, que prohibir el doble remolque “no incidirá en el número de accidentes”; y acusó que los “verdaderos” causantes de los accidentes eran “los conductores, los vehículos y las malas condiciones de las carreteras”.

 

Y al de la Concamin, José Luis Fuente Pochat, poco le faltó para bendecir al autotransporte de doble remolque, pues gracias a éste, diría, nos vestimos y comemos.

 

Al escuchar aquello y más, algunos legisladores concluyeron –Barbosa lo externó– que la solución al problema tendrá que salir del Legislativo y no de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

 

Patricio Martínez preguntó a su vez: ¿qué quieren los transportistas hacer de este país?

 

Les pidió “ser honestos”. Reconocer que “baje la voracidad que se tiene argumentando competitividad, en un manejo de transporte que es abusivo y muy por encima de lo que hay en la norma internacional”.

 

Y por aquello de las dudas, aclaró: “No estoy de acuerdo en que se señale que estamos legislando y haciendo iniciativas por intereses reprobables. Es un interés legítimo. Millones de mexicanos en este país detestan manejar sus vehículos pequeños junto a monstruos de una extensión y a una velocidad tal, que hacen insoportable la vida en las carreteras”.

 

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