Acudí a Manuel Granados Covarrubias con una pregunta simple:

 

-¿Habrá Constitución para la Ciudad de México en tiempo y forma?

 

Contestó con otra pregunta y un reto:

 

-¿Cuánto apuestas que sí?

 

En febrero, insistió, la capital del país será estado, tendrá norma jurídica propia, un Legislativo de plenas facultades y empezará a ejercer su soberanía, algo vedado hasta ahora.

 

Los tiempos dan.

 

El tema es cómo pasará.

 

-¿Cuánto quedará de la iniciativa firmada por Miguel Mancera? –consulté a Porfirio Muñoz Ledo.

 

-Yo quisiera que todo, pues yo la hice. Pero es posible de 70 a 80% de su articulado. Por lo menos eso.

 

Recurrí a José Encarnación Alfaro, presidente de la Comisión de la Reforma Política en la capital de la ALDF.

 

-¿No es mucho 70 u 80%?

 

-Coincido con Muñoz Ledo si es articulado, pero no en texto. Hay que reducirlo enormidades porque parece más bien un pronunciamiento político y de buenas intenciones que un texto constitucional.

 

Constitución Vs. Carta Magna

 

Cada quien tendrá su opinión sobre determinados temas.

 

Los pronunciamientos voluntariosos son característica en la izquierda y dominan los 76 artículos proyectados y los casi 400 apartados.

 

Lo han señalado constitucionalistas de la talla de Miguel Carbonell y Pedro Salazar, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

 

Un caso:

 

¿Cómo dar derecho al voto a los 16 años, cuando la Constitución General de la República determina 18?

 

¿O por qué conceder esa ciudadanía, el derecho a votar y no a ser votado, determinado en 21 años, la edad mínima, para ocupar cargos de elección?

 

En Tamaulipas, valga el dato, se puede ser regidor, munícipe o diputado a los 18.

 

¿Deberá hacerse un padrón especial para esos adolescentes votantes?

 

Peor aún:

 

¿Por qué son ciudadanos con derecho a voto y no pueden ser imputados?

 

Los datos no son menores, pues a menudo niños y adolescentes son sicarios del crimen organizado.

 

Nueva ventana para la iglesia

 

Hay muchos puntos cuestionables.

 

Por ejemplo: eso de consagrar derechos para afrodescendientes, mas no para asiaticodescendientes o de cualquier región o raza distintas a la mexicana.

 

Y si seguimos con derechos, ¿cómo consagrar los de los animales así en general?

 

O el etéreo derecho a la plenitud sexual.

 

Ya hay dictámenes y todo eso entrará a debate, pero doble contra sencillo: los textos no pasarán como fueron presentados y, en el mejor de los casos, irán a leyes reglamentarias.

 

El reto es convertir ese texto de buenas intenciones en normas legibles y aplicables.

 

Además, no deberá duplicar disposiciones con la Constitución del país y mucho menos entrar en confrontación con ella porque entonces el Constituyente iría a juicio ante el poder.

 

Y si de gran debate se trata, la jerarquía eclesiástica encabezada por Norberto Rivera Carrera tiene la oportunidad de abogar por el derecho a la vida desde la concepción.

 

Concepto abiertamente contrario a la norma capitalina mediante la cual la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y, por ende, a abortar cuando no desee dar a luz.