Hoy tomarán posesión dos gobernadores.

 

Alejandro Murat, en Oaxaca, y Miguel Ángel Yunes, en Veracruz.

 

El primero se sobrepuso a una campaña adversa, al aparato de Gabino Cué, a la animadversión panista y perredista y a quienes intentaron colocarlo como continuación de su padre, José Murat.

 

Llega a un estado destruido por Cué, sin control social, la Sección 22 en efervescencia y una deuda galopante, cuyo nivel está fuera de toda dimensión.

 

Pronto tendremos el diagnóstico: decenas de miles de millones sin destino, decenas de millonarios enriquecidos desde el poder público y un despilfarro frente al cual palidecerán Veracruz, Quintana Roo y otros estados.

 

Funcionarios cuyo nivel de actuación ronda los métodos de la delincuencia organizada como ésa de despojar a productores rurales, quitarles sus cultivos de agave y luego ofrecerlos.

 

Es temprano, pero las denuncias apuntan hasta el área de turismo, donde estuvo de subsecretario Javier Portilla Vergara.

 

Ya veremos qué hace Murat Hinojosa.

 

Quién lo hubiera imaginado: Veracruz está menos revuelto a pesar de que Javier Duarte y esa constante queja de Miguel Ángel Yunes, que aseguró que no lo dejarían tomar posesión.

 

No, esto es cosa del pasado.

 

La primera concertacesión

 

Si quieren saber de autoritarismo, aquí va una historia.

 

En 1991, el priista Ramón Aguirre ganó la elección y en algún momento lo llamó Fernando Gutiérrez Barrios:

 

-Con la novedad de que no vas a tomar posesión.

 

-¿Por qué?

 

-Es la instrucción del señor Presidente.

 

-¡Son chingaderas! Si no me dejan ser gobernador, que me lo diga él.

 

Aguirre se fue a Los Pinos y le repitieron. Ahí se disciplinó:

 

-Está bien. No tomo posesión, pero sólo déjenme recibir mi constancia de mayoría.

 

-Hecho. Confío en tu palabra.

 

Y no se presentó a rendir protesta; llegó Carlos Medina y desde entonces las concertacesiones son práctica nuestra de cada día.

 

Porque, como dice Ramón Aguirre, “si traiciono mi promesa me manda matar”.

 

Vergara se burla de la Profeco

 

1. Quién sabe a qué juegue Jorge Vergara.

 

Él no tiene ningún respeto por la Profeco ni por su titular, Ernesto Nemer, vista la actuación con su equipo, las Chivas Rayadas del Guadalajara.

 

Prometió transmitir los partidos –el primero fue Chivas-Rayados– y garantizó no generar ningún conflicto con la plataforma Chivas TV.

 

La realidad es otra, como dijo Nemer en una entrevista radiofónica, y lo multó con 5.7 millones de pesos por la defectuosa transmisión del partido en junio pasado.

 

Las protestas populares pasaron a trending topic durante 13 horas, pero Vergara echó la culpa a su aliado Cinépolis.

 

No debe confiarse: Nemer y la Profeco no están pintados y, por lo menos, deben intervenir con severidad y terminar con estas burlas o el próximo torneo seguirán igual.

 

2. Alfredo del Mazo marcha puntero en las encuestas, pero, aclaró, él seguirá centrado en el trabajo legislativo.

 

Está centrado en reformas al Registro Público y la incorporación de las instancias de Seguridad Pública al Sistema Nacional Anticorrupción.

 

O sea, no hay acelere, como pidió el presidente Enrique Peña el domingo.