En 2006 Oaxaca tuvo momentos de ingobernabilidad como en meses y semanas recientes.

 

El gobernador de entonces, Ulises Ruiz, desfilaba inútilmente por distintas oficinas federales en busca de apoyo para enfrentar al magisterio y la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca, la temible APPO.

 

Fue inútil.

 

Nadie acudía en su auxilio.

 

El gobierno de Vicente Fox no intervino para frenar la violencia ni los graves daños a edificios públicos, incluida la pérdida de acervos judiciales porque los manifestantes tomaron la sede del Tribunal y quemaron los archivos.

 

Pasaron las elecciones de 2006 con la cuestionada victoria del panista Felipe Calderón y contra la cual Andrés Manuel López ordenó llenar de carpas todo Paseo de la Reforma, del Zócalo a la Fuente de Petróleos.

 

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Con un gobierno a salto de mata, sin recursos y la Sección 22 y la APPO enseñoreados de la capital, Ulises se jugó su última carta ante el secretario de Gobernación, Carlos Abascal, el viernes 27 de octubre:

 

-Si no interviene el gobierno federal para recuperar la gobernabilidad, le levanto la mano a Andrés Manuel y pongo Palacio de Gobierno a su disposición para que desde ahí despache como presidente electo.

 

RECONOZCO AL PEJE Y LE OFREZCO PALACIO”

 

A partir de entonces las cosas cambiaron.

 

Carlos Abascal se coordinó con la Policía Federal y se instrumentó una estrategia para desalojar a quienes se habían posesionado no nada más del Zócalo y el centro histórico, sino de la vida política de Oaxaca.

 

Parte de esta historia es recuperada por el propio Ulises Ruiz en su libro Gobernar Oaxaca.

 

En él narra cómo la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha vivido desde hace cinco lustros del erario estatal a base de chantajes, manifestaciones, protestas y violencia.

 

A él le exigían entonces 400 millones de pesos.

 

No tengo el libro de Ulises, pero no hace falta para recordar cómo ese amasiato poder estatal-magisterio ha sido el mismo desde la pareja Heladio Ramírez López-Pedro Martínez Noriega hasta Gabino Cué-Rubén Núñez.

 

Círculo vicioso al cual sólo la decisión presidencial puede romper si se complementa con una buena ejecución de los secretarios de Gobernación y Educación Pública, Miguel Ángel Osorio Chong y Emilio Chuayffet.

 

Si esa misma disposición hubiesen tenido Fox y Abascal cuando se los pedía Ulises Ruiz, la niñez oaxaqueña habría ganado ya nueve años de educación básica de regular calidad.

 

Pero no la habría perdido si en 1992 la sociedad y el gobierno de Carlos Salinas hubiesen impedido la entrega del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) a la Sección 22 por Heladio Ramírez López.

 

CORRAL Y AL DIABLO CON SUS INSTITUCIONES

 

1.- El barco de la rebelión de las bases panistas, bajo el capitán Javier Corral, hace olas y naufraga al parecer sin salvación a la vista.

 

No han encontrado eco sus llamados a la revancha y, en la desesperación, José Luis Luege aprovecha su condición de representante de la corriente ultraconservadora de El Yunque para anunciar desde ahora impugnaciones al triunfo de Ricardo Anaya.

 

Aquí lo advertimos: Corral entraba derrotado a la contienda, pero eso no le impedirá llevar su fracaso hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

 

Y como previsiblemente será desechado su recurso, puede empezar a afinar desde ahora el grito célebre de su amigo Andrés Manuel López:

 

-¡Al diablo con sus instituciones!

 

Y 2.- el informe del diputado federal Raymundo King en Chetumal no fue un repaso de hechos aunque el lema sea Continuamos dando resultados a Quintana Roo.

 

Fue el inicio de su campaña en pos de la candidatura del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para suceder a Roberto Borge en Palacio de Gobierno con un invitado de lujo, su coordinador Manlio Fabio Beltrones.