Suena el teléfono, es una agencia de relaciones públicas, a cargo de la protección y promoción en México de una de las empresas de tecnología más poderosas de Estados Unidos, la señorita me dice que habla de parte de una de las ejecutivas de la firma. Hace unos días me invitaron a Estados Unidos a un foro de tecnología, que se realizará en mayo.

 

La señorita llamó para decirme amablemente que me invitan porque quieren que la información que consiga se publique en un medio en específico. Nada más en ese medio. Quiere asegurarse de que entienda el mensaje de su jefa. No puedo usar la información en portales, periódicos o cualquier otra publicación en la que colabore. Saben que lo hago. Mis jefes me lo permiten. Está acordado. Le digo amablemente que le diga a su jefa que yo publico lo que consigo donde yo quiero, no donde ellos me indiquen. No los voy a obedecer, porque no me mandan, si quieren cancelen, le digo. Después de colgar, pienso que es muy sencillo lo que tienen que hacer: si quieren pagar publicidad, pues háganlo.

 

Es la mejor forma de quedar bien con sus clientes. Ahí pueden decidir las planas, el tono del texto y hasta las fotos. Se llaman inserciones pagadas. Claro que les va a costar más caro que invitarme un boleto de avión y el hotel para estar presente en una de sus principales conferencias del año. Carajo, hasta dónde han llegado las agencias de relaciones públicas, ahora resulta que dan órdenes de trabajo a los reporteros, a través de sus asistentes.

 

*** Suena el teléfono. Otra agencia de relaciones públicas. Representa a una de las empresas que hace años dominaba la venta de computadoras y que después de escándalos y escándalos terminó como una empresa que vende impresoras e intenta ganarse otra vez la confianza de los clientes decepcionados con sus productos.

 

La señorita al otro lado del teléfono me dice que mi jefe le pasó mi número. Me pide mi agenda de trabajos para ver qué información voy a publicar en las próximas semanas o meses. Me dice que necesita la información para que ella me envíe propaganda o a los voceros de su firma. No entiendo su petición. Le digo que por lo general, cuando yo necesito información, los busco directamente. En México o Estados Unidos. Hago la petición y espero que me respondan. No suelo compartir la información que estoy trabajando, es parte de mi formación. Me dice que todo mundo le comparte los temas en los que están trabajando, para que su empresa mande información al respecto. Le digo que no, gracias, que yo la busco.

 

Por el momento nada de lo que estoy trabajando tiene que ver con ellos. Y si de pronto surge la necesidad, la busco. Siento que la ofendí, por el tono de voz irritado que suena del otro lado. Suena como si le hubiera dicho una grosería. Pero no. La verdad no quise ser grosero. La verdad es que cuando necesito información los busco. Yo los busco. Gracias. Insiste en que puedo entrevistar a su vocero, que me puede contar cosas que me darían información para escribir una nota.

 

Le digo que no quiero hablar con su vocero, en todo caso, con el director de la empresa. Pero le digo que hace poco fue entrevistado por otra publicación, entonces no tiene caso repetir lo dicho a nuestros lectores. “Ah, es eso”, me dice la señorita. Y colgamos. Ahora resulta que las agencias de PR deben tener mi agenda de trabajo.

 

 

*** Suena el teléfono. Otra agencia de relaciones públicas. La ejecutiva de cuenta, así se llaman, me dice que si tengo disponibilidad para viajar ciertos días. Le digo que no sé. Que tengo que ver mi agenda porque estoy en medio de una entrevista en ese momento. Me dice que tiene que saber, porque está gestionando una entrevista en el cuartel general. Me pregunta si estoy interesado en un producto de la empresa, porque sus voceros sólo van a hablar de ello.

 

No puedo preguntar, hablar ni escribir de todo lo demás. Aunque yo pedí todo lo demás. Y me dice que tengo que decidir ya. “¿Si te interesa o no?”, insiste. Ahí es cuando mi cabeza vuelve a girar y mi estómago se pone ácido: “Claro que me interesa, yo la pedí”. Le digo que yo la pedí, si no me interesara, pues no le daría tanta lata. Al parecer la puse a trabajar. Más allá del boletín que de vez en vez tienen que sacar y que no dice nada. Me dice que necesita más información para mandarla a Estados Unidos para seguir gestionando mi solicitud. Que ella me avisa. Y vuelve a preguntar si estoy seguro de poder pagar mi vuelo y mi hotel, en caso de que se apruebe su petición. Ahora resulta que ella fue la de la idea.

 

*** Casi siempre que contesto y es una agencia de PR, me preguntan: “¿Te interrumpo?” Ahora resulta que debo responder: no, estoy a tus órdenes.