La detección de los tenues silbidos de lo que es ahora el remanente de la supernova 1987A permitió conocer el pasado esta estrella antes de su desaparición hace unos 30 años, informaron hoy fuentes académicas australianas.

 

En la investigación liderada por Joseph Callingham, que aspira a un doctorado en astrofísica de la Universidad de Sídney, se utilizó un telescopio astronómico de extrema baja frecuencia situado en el desierto de Australia Occidental para pintar la vida de lo que fue la supernova más cercana y brillante que se apreció desde la Tierra.

 

“Tal como la excavación y el estudio de las ruinas antiguas nos permiten conocer sobre la vida de las civilizaciones pasadas, mis colegas y yo nos hemos valido de las observaciones de radio de baja frecuencia como una ventana que da a la vida de la estrella”, comentó Callingham.

 

Previamente se conocía el pasado de esta supernova por las ruinas cósmicas dejadas a raíz de su colapso en 1987, que ocurrió en la galaxia vecina La Gran Nube de Magallanes.

 

 

Hasta hace poco solamente se había observado un 0,1 por ciento de los 20.000 años de vida de esta estrella, según un comunicado de la Universidad de Sídney.

 

Esta investigación internacional, que ha sido publicada por la Sociedad Real Astronómica, permitió apreciar la larga fase de supergigante roja de esta estrella, mientras que los estudios anteriores daban cuenta de la fase final de supergigante azul.

 

Los investigadores descubrieron que la supergigante roja perdió su materia a un ritmo más lento y además generó en esta fase vientos de menos velocidad de lo que previamente se creía y que soplaron hacia los ambientes que la rodeaban.

 

“Nuestros datos contribuyen a mejorar nuestro conocimiento sobre la composición del espacio en la región de la supernova 1987A. Ahora podremos retornar a las simulaciones y afinarlas para reconstruir la física de las explosiones de las supernovas”, agregó el astrofísico.

 

Bryan Gaensler, uno de sus supervisores y experto de la Universidad de Toronto (Canadá), explicó que la localización del radio telescopio, que está libre de la interferencia de las señales de radio FM, contribuyó a la captura de los nuevos datos.

 

“Ahora, el poder estudiar la fuerza de la señal de radio, los astrónomos pudieron calcular por primera vez cuán denso es el gas de alrededor y entender el ambiente de la estrella antes de su muerte”, remarcó el profesor Gaensler en el comunicado de la Universidad de Sídney. |dec