Bajos salarios, carencias educativas y corrupción. Estos son los factores que perpetúan la desigualdad en México, donde según la Cepal aumentó la pobreza en 2015 pese a que el país presenta un crecimiento estable, envidiado actualmente por la otra gran economía latinoamericana, Brasil.

 

En su Panorama Social, presentado el pasado martes en Santiago de Chile, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estimó que la pobreza creció el año pasado en la región hasta los 175 millones de personas, el 29.2 % de sus habitantes, frente a los 168 millones (28.2 %) de 2014.

 

Sin embargo, el estudio se centró en el período 2010-2014 y allí llama la atención que entre los países en los que la tasa de pobreza cayó, la mayoría, se encuentra Brasil (con un -7.9 % anual), sumido actualmente en recesión tras sufrir en 2015 una reducción del producto interno bruto (PIB) de 3.8 %, su peor desempeño en un cuarto de siglo.

 

En cambio, México se sitúa en el grupo de cola junto con Honduras y Venezuela, con un aumento de la pobreza a un ritmo anual del 2.9 % en ese mismo periodo.

 

El informe ha sido cuestionado por la Secretaría de Desarrollo Social mexicana con el argumento de que usa una metodología de hace 30 años.

 

No obstante, las autoridades admiten que los avances logrados en México entre 2010 y 2014 se centran en la pobreza extrema, que disminuyó en 1.5 millones, y la pobreza extrema alimentaria, que bajó en 700 mil casos.

 

Una reducción casi simbólica para un país donde el número de pobres en general se sitúa en unos 55 millones de los casi 120 millones de habitantes.

 

En opinión del experto mexicano Rodolfo de la Torre, “detrás de estas cifras de crecimiento de la pobreza” subyace “una caída del ingreso laboral”.

 

De la Torre, director de desarrollo social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, afirmó a Efe que “a pesar de que ha aumentado el número de personas que se han insertado al mundo laboral, la remuneración ha caído en los últimos años”.

 

“El salario mínimo en México ha tenido un crecimiento muy por abajo de la productividad laboral y se ha mantenido entre los peores de América Latina”, con 73.04 pesos diarios (unos 4.2 dólares), a pesar de varias iniciativas para cambiar la situación.

 

Recientemente el Congreso mexicano lo desindexó como referencia para multas, pagos y crédito de viviendas, lo que según algunos trababa una potencial alza, y el Gobierno de la Ciudad de México promovió una iniciativa para elevarlo más de un 15 %.

 

La realidad fue otra. En diciembre la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, integrada por el Gobierno, las empresas y los sindicatos, anunció el incremento de apenas el 4.2 % para 2016.

 

También potencia la pobreza y la desigualdad el hecho de que “las personas en México no alcanzan niveles educativos que les permitan niveles de productividad para mejorar sus salarios”, con un promedio de escolaridad de apenas nueve años.

 

Además, “hay muchos empresarios que han realizado su fortuna con esfuerzo propio y otros por el poder monopólico ligado a decisiones gubernamentales, lo que convierte estas fortunas en injustas”, destaca.

 

El otro gran obstáculo es la corrupción, causante de “que el gasto público sea inefectivo”.

 

Para encarar este asunto, se ha lanzado la iniciativa ciudadana “Tres de tres”, con el apoyo de más de 290 mil firmas, para que los funcionarios públicos revelen su declaración patrimonial, fiscal y de intereses.

 

“La desigualdad en el país sigue siendo muy elevada y eso es un obstáculo para la movilidad social, que es lo que permite superar la pobreza”, argumenta De la Torre.

 

Aunque el especialista admite que en México “hay elementos históricos” que acreditan la existencia de “una sociedad de castas”, remarca también que “del año 2000 al 2006 (durante el Gobierno de Vicente Fox) la pobreza se redujo”, algo que “ya no ha ocurrido de forma tan clara” con Felipe Calderón (2006-2012) y con Enrique Peña Nieto (2012-2018).

 

Otro aspecto a tener en cuenta: “la población más pobre ha sido la indígena”, una cuestión que “sigue persistiendo y no ha podido ser atacada”.

 

Y por supuesto la violencia del crimen organizado, que se presenta con más saña donde más desatendida está la población.

 

“La criminalidad no tiene que ver de una forma automática” con el fenómeno, “pero la pobreza es caldo de cultivo para problemas mayores y puede llegar a facilitar la violencia”, concluye.