Soundcheck: las paredes vibraban, desde el suelo pasaba hacia cada pie una ola expansiva.

 

Chris Cornell probaba primero con Like a Stone de Audioslave, seguía con Hunger Strike de ese precioso experimento que fue Temple of the Dog y, cuando sus músicos ya se habían retirado, llevaba sus agudos al máximo improvisando Back in Black de AC/DC.

 

Cualquiera que no estuviera viendo ese ensayo, cualquiera que debiera conformarse con sólo escucharlo, hubiera pensado que el vocalista se contorsionaba al sacar esos relámpagos por la garganta, que se doblaba, que se deformaba, que extenuado sudaba.

 

Nada de eso, Cornell lo hacía perfectamente erguido, sereno y apenas abriendo la boca. Confirmaba: predestinado como pocas voces en la historia del rock, él nació para esto.

 

Terminó la prueba de sonido y subió al punto donde tendría el privilegio de entrevistarlo. El cabello rizado mucho más corto que en otra época, los ojos especialmente limpios, altísimo, su actitud era la del rock star que fue y regresó de los excesos, que aprendió de los errores, que valoraba la oportunidad de haber iniciado una nueva vida en la que se atrevía a ser una persona común y familiar. Tan mesurada su voz al hablar como atronadora al cantar.

 

Empezamos por la reciente visita que había hecho con Audioslave a Cuba. Puede decirse, el deshielo de relaciones consumado muchos años más tarde por Barack Obama, comenzó con el concierto público de esa banda. “Una gran parte de los espectadores estaba analizándonos y estudiando lo que hacíamos, más que cantar u otra cosa, porque no estaban acostumbrados a eso, su cultura es muy musical pero más de bailar, no podían comprar nuestros discos en Cuba. Apreciaban mucho, nos agradecían que hubiéramos gastado nuestro dinero para ir, que hubiéramos peleado con el Departamento de Estado de EUA para inventar una manera de ir”.

 

De eso, brincamos a su nueva vida en París, impregnada inevitablemente de la cultura futbolística europea. “Sólo lo he entendido desde que vivo ahí, sólo así he podido ver que el futbol es algo que hace reunir a diferentes países y los hace competir; a veces muy agresivamente, con demasiadas emociones involucradas, conocí una forma en que nunca he percibido el deporte en Estados Unidos, en mi país no tiene ese efecto. En ocasiones siento que esa tensión ha reemplazado a las batallas que se desataban entre esos mismos países y es algo bueno, es algo positivo. Aunque luego en el soccer hay nacionalismos, racismo, y hay mucha violencia. Si se explota mal, creo que es como una infección y debemos estar muy alertas sobre lo que pasa; algo así como sucede con la música, cuando hago un disco y lo vendo, debo estar muy consciente de cómo se hace y cómo se vende, que no se sobre explote, que no se abuse. Lo mismo esperaría del deporte: respetar a quien lo hace posible que es el aficionado”.

 

Desde antes de comenzar la entrevista, me había adelantado que su deporte favorito es el boxeo. Ya con cámara, puntualizó:

 

“Crecí en la época en que Muhammad Ali era tan importante socialmente como el presidente de los Estados Unidos. Era como una santa trinidad: tenías a John Lennon como músico, al presidente de EUA y ahí estaba Muhammad Ali”.

 

Parada obligada en esta charla: esa corriente musical que brotó en Seattle con Soundgarden, Nirvana, Pearl Jam, Alice in Chains. “Hubo algo único en el movimiento en Seattle, que no teníamos ninguna esperanza de que alguno de nosotros saliera de esa escena e hiciera discos con reconocimiento mundial, pensamos que nos quedaríamos ahí. Nunca buscamos que pasara. Sólo estábamos concentrados en escribir canciones y hacer música auténticamente desde nuestra inspiración, de nuestro deseo y amor a la música. Creo que por ello la gente de afuera de Seattle nos empezó a poner atención, por lo genuino, por lo natural, porque lo hacíamos de un modo muy honesto. Nos íbamos contagiando, inspirando, y de ser unas bandas locales pasamos a todo ese impacto mundial”.

 

Como otros pilares del Grunge, Chris Cornell se ha ido tan prematura como trágicamente. Como otros pilares del Grunge, terminó por pagar el convertirse en rutilante celebridad, cuando acaso sólo quería hacer la música más auténtica posible y ser un tipo normal.

 

Twitter/albertolati

 

aarl

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