Un ejemplo claro del ánimo de amplios sectores sociales frente a los políticos es como se viralizó la demanda de que 20% del presupuesto de los partidos para las elecciones de 2018 se destine al apoyo a los damnificados por el sismo de 8.2 grados del 7 de septiembre pasado y a la reconstrucción en los estados de Chiapas, Oaxaca y Tabasco.

 

Sin duda, el desprestigio de la clase política tiene amplios fundamentos en la corrupción y la inseguridad que vive México desde el siglo pasado y de los que actualmente sobran ejemplos como los ex gobernadores de Sonora, Guillermo Padrés, y de Veracruz, Javier Duarte; y la violencia común y la del crimen organizado que no paran en varias entidades de la República.

 

Así que cuando surge una propuesta que le pega en el bolsillo a los partidos, la gente la hace suya y la convierte en un clamor, que, sin duda, debería ser escuchado por los dirigentes partidistas y tomado como una oportunidad de mostrar la solidaridad que los mexicanos no sienten de sus políticos frente a sus necesidades y sufrimientos. Y el único que respondió sumándose de inmediato a la iniciativa fue Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que pondría en la mesa a la dirigencia de su Movimiento Regeneración Nacional los mecanismos para donar esos recursos a los dos millones 300 mil damnificados por la tragedia.

 

Montones de pesos más o menos, las elecciones de 2018 se llevarán 11 mil millones de pesos para las campañas, promoción, logística y propaganda; 20% de todo ese dinero representaría dos mil 200 millones de pesos. Esa cantidad es precisamente lo que necesita la Secretaría de Educación Pública para la reparación y reconstrucción de las escuelas dañadas por el terremoto.

 

Lo que refrenda el desprecio, desprestigio y decepción de los mexicanos con sus políticos y sus partidos es la respuesta de algunos como el nuevo coordinador parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, Luis Sánchez, quien quizá malinformado confundió la rápida respuesta de López Obrador con la propuesta ciudadana y calificó la petición como oportunista e ilegal.

 

El caso es que, más allá de que algunos políticos se hayan solidarizado con la iniciativa de donar 20% de su presupuesto para las elecciones federales y locales de 2018, por lo que se ve, los partidos y sus dirigencias pondrán todos los pretextos posibles para no renunciar a ese dinero que ya ven como suyo y que olvidan que esos recursos son de los mexicanos.

 

Es en la mezquindad y la falta de solidaridad de la clase política con la sociedad y con los grupos más desprotegidos donde tienen los proyectos populistas como el de Andrés Manuel López Obrador su caldo de cultivo, ante esta insensibilidad el discurso populista que ofrece resolver con fórmulas mágicas la injusticia, la corrupción, la inseguridad y la pobreza se convierte en opción para la gente ante el abandono y la desesperación que viven. Y de eso es responsable la clase política, toda.

 

caem