Su problema no es nuevo en lo absoluto, y no hace falta conocerlo personalmente ni ser su amigo íntimo para saber que más temprano que tarde tendrá una reacción de este tipo.

 

Un baile que se repite: con otros pasos, otro ritmo u otra coreografía. Cambia el escenario y la dedicatoria pero en el fondo, es lo mismo.

 

Una mentada de madre, una burla o un empujón. Nada cambia.

 

La envoltura puede ser distinta pero lo que contiene sigue sin modificarse un ápice.

 

Tomás Boy no ha cambiado nada ni cambiará. Así es y no le interesa ser alguien más a pesar de las experiencias vividas o las consecuencias afrontadas.

 

Hasta ahora no hay fin que justifique sus medios, porque simple y sencillamente por una u otra razón, sigue sin ganar. Y mire que no soy de los que miden la capacidad con trofeos, pero de alguna u otra forma el trabajo debe ser respaldado.

 

Llegó a Cruz Azul con el perfil que casi todos los aficionados deseaban, y para ser sinceros todos creíamos que resultaba una combinación interesante a pesar de lo paradójico que podría resultar poner a un entrenador que no ha ganado un solo título en un equipo que está verdaderamente necesitado de uno, pero había algo más que nos hacía creer que juntar estas piezas podría terminar de armar el rompecabezas: alguien capaz de levantar al equipo anímicamente y que tuviera lo que a este equipo le había hecho falta en momentos decisivos: carácter.

 

Alguien que además de entrenar bien trasmitiera algo especial, y ese parecía ser Tomás Boy.

 

Pero igualmente establecimos que sin ser de la noche a la mañana, la cosa debía funcionar lo más pronto posible, porque a juzgar por la historia los proyectos de Tomás tienen fecha de caducidad temprana y su forma de dirigir cansa, así lo establece la historia y  sus ex dirigidos.

 

Que Cruz Azul como institución no haga nada al respecto tampoco resulta extraño, ha sido un club pazguato desde aquella medida adoptada en el 2003 cuando la directiva rescindió el contrato de todo el plantel, desde aquel entonces sólo ha visto pasar el tiempo.

 

Está bien, de la institución no hay nada que esperar, pero ¿No hay una sola línea en el código de ética o en los múltiples reglamentos de la Liga Mx que contemple un castigo ante estos comportamientos?

 

Así que la reflexión es: primero me enojo por lo sucedido, cuestiono y me preocupo por las consecuencias que podrían traer este tipo de comportamientos, pero luego me acuerdo que hablamos de Cruz Azul y la Liga Mx… y se me pasa.

 

Y como no pasa nada, pensará: Si ya saben cómo me pongo, para que me invitan