No conformes con seis años en los que su apellido estuvo ligado a tempestades y tormentas desde el más alto poder de la República, la familia Calderón sigue siendo fuente de polémicas y ruido en la vida pública. Ya sea con dichos imprudentes o con acciones políticas que poco aportan al bien común, pero que sí desatan escándalos y azuzan confrontaciones, algunos integrantes de la dinastía Calderón se empeñan en mantenerse de manera constante en el ojo de la tormenta.

 

Es el caso de la senadora Luisa María Calderón y de sus frecuentes dichos en los que señala y acusa a personajes de tener vínculos con el crimen sin aportar las pruebas que sustenten sus afirmaciones. Pero también es su hermano, el ex presidente Felipe Calderón, que a menos de un año de haber abandonado la residencia presidencial, se empeña en mostrar un protagonismo público que, lejos de significar un servicio al país que gobernó por seis años, enrarece el de por sí crispado ambiente político y refleja una extraña y obsesiva nostalgia por el poder.

 

Los dos hermanos que simbolizaron el poder en el sexenio pasado y que buscaron perpetuar su dinastía en una gubernatura como la de Michoacán, con una campaña a favor de la hoy senadora plagada de recursos y apoyos federales que sin embargo no pudo evitar el retorno del PRI en ese estado en la decrépita figura de Fausto Vallejo, hoy son nuevamente foco de tensión; la una disparando, protegida en su fuero, a diestra y siniestra contra ciudadanos que “me suenan a que pertenecen a los Templarios”, y el otro con balances y diagnósticos de una cruenta guerra contra el narcotráfico que sumió al país en una de sus etapas más oscuras y sangrientas de todos los tiempos.

 

La senadora Calderón ayer fue desmentida por paisanos suyos de la autonombrada organización “Michoacanos Paz y Justicia”, quienes negaron tener vínculos con los Caballeros Templarios y afirmaron que se reservan el derecho de proceder legalmente, por la vía penal o civil, contra la legisladora, quien los acusó de ser parte de ese cártel del narcotráfico, luego de que varios de ellos fueran recibidos en las instalaciones del Senado para hablar de la problemática de su estado. “La senadora sí está protegiendo y promoviendo el desarrollo de los grupos de guardias comunitarias”, afirmó Tito Fernández Torres, quien encabeza a la organización civil michoacana y fue colaborador cercano del gobernador Lázaro Cárdenas Batel.

 

No es la primera vez que a la senadora la amenazan y desmienten en público. Lo hizo también el actual gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, luego de que Cocoa Calderón afirmara que en su campaña hubo negociaciones con el narcotráfico y que  “uno de los de Fausto Vallejo está vinculado al narcotráfico”. El gobernador respondió con una amenaza de demanda contra la legisladora por parte de sus hijos y declaró: “Esta mujer está enferma del alma… La hermana del ex presidente Felipe Calderón no me perdona que les haya ganado la gubernatura en 2011”.

 

Y si su hermana arrasa con la cristalería, el ex presidente Calderón no se queda atrás. Su inocultable actividad política se manifiesta lo mismo en declaraciones a la prensa, como la entrevista que acaba de dar a un diario de Paraguay, donde afirma que el narcotráfico “se ha sofisticado y amenaza las instituciones”, además de asegurar que “la violencia ya estaba antes de que yo llegara al poder y ha seguido después de que yo me fui”, en clara alusión a la estrategia del presidente Enrique Peña Nieto contra el crimen.

 

Pero lo que más incomoda de Calderón no son sus constantes incursiones en medios o redes sociales, no siempre con la prudencia que se esperaría de un ex presidente; en Los Pinos y en la Mesa del Pacto por México se escucha una expresión de reclamo hacia el ex presidente: “¡Que amarre a sus perros!”. Lo dicen porque su otrora grupo compacto está tratando de reventar, un día sí y otro también, la interlocución del PAN con el gobierno de Peña Nieto. Algunos calderonistas lo hacen abiertamente otros “grillando” tras bambalinas, pero está claro que el grupo cercano al ex presidente no quiere que avancen las reformas peñistas y le pesa también que a partir de estos acuerdos su dirigente nacional, Gustavo Madero, se haya reposicionado.

 

Alguien debiera recomendarles a los Calderón un poco de mesura, templanza y cautela y recordarles que sus días en el pináculo del poder ya pasaron.

 

NOTAS INDISCRETAS… Las versiones sobre cambios y ajustes al gabinete presidencial arrecian en los corrillos políticos. Y por primera vez en los momios de enroques y ajustes aparecen los nombres de los dos pilares del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto: Luis Videgaray Caso y Miguel Osorio Chong. ¿Estará pensando el presidente, ante las condiciones críticas, en un rediseño completo de su gobierno?.. Los dados mandan Serpiente. Mal tiro.