Como marinero invocando tormentas, Felipe Calderón saltó de nuevo a la mar política con declaraciones provocadoras que de inmediato agitaron las aguas. Las marejadas que desató el ex presidente golpearon de inmediato al barco del PRI desde donde le respondieron con tremendas bocinas en las que se escucharon duros señalamientos y fuertes epítetos contra el antecesor en la Presidencia. Desde el “Calderón fue corto en iniciativas y le faltó visión”, de Manlio Fabio Beltrones, hasta el  “no supo hacer política” del secretario de Gobernación, Miguel Osorio, quedó claro que a los priistas les molestó el oleaje levantado por los comentarios del ex.

 

 

Pero Felipe, que es ave de tempestades -como aquel hijo desobediente cuyo corrido tanto le gusta-, logró su objetivo: atraer reflectores que lo reposicionen a él y a su grupo político dentro del PAN, con miras a la definición de las candidaturas federales y locales de 2015.

 

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Para llamar la atención de los panistas y decirles que está de vuelta y que buscará recuperar el terreno perdido en su partido, el ex presidente invocó el mismo discurso con el que siempre se justificó a lo largo de su sexenio por haber fracasado rotundamente como político, cuando él mismo decidió convertirse en “comandante al mando” de una sangrienta guerra contra el narco, y renunció a cualquier acuerdo con sus opositores a los que ahora acusa de “pedir demasiado” para aprobarle las reformas.

 

Calderón percibió que, tras el golpe que sufrió Gustavo Madero -acérrimo rival que le quitó el control de su partido- por los escándalos de diputados cercanos al dirigente panista que gustaban de embriagarse con desnudistas, era el momento propicio para salir a cubierta y reintentar un nuevo abordaje del partido que él mismo llevó al naufragio en 2012,  con la mira puesta en las candidaturas a diputados, donde intenta colocar a su esposa Margarita Zavala, y en al menos dos gubernaturas, Querétaro y San Luis Potosí, en las que dos calderonistas como los senadores Francisco Domínguez y Octavio Pedroza, aparecen con buenas posibilidades de ganar en 2015,

 

Y aunque efectivamente Madero está en estos momentos bajo el acecho de varios grupos panistas y hay descontrol en el débil e incipiente maderismo, lo que tal vez no calculó el ex presidente es que los aliados del dirigente nacional del PAN tal vez no estén en el partido sino en Los Pinos.

 

Porque la rudeza de la respuesta verbal que ha recibido hasta ahora el ex mandatario puede ser apenas el inicio de las tormentas que desató Felipe Calderón con sus declaraciones justificatorias, con las que se atrevió a cuestionar el logro de las reformas del presidente Peña Nieto, justo cuando todo el aparato político, mediático y presupuestal del gobierno están volcados a ensalzar el gran logro de “mover a México” y el comienzo de “un México nuevo”.

 

En los corrillos del poder se escucha que al ex presidente le tienen preparados varios expedientes negros sobre su gobierno que saldrán a la luz si persiste en agitar las aguas no sólo del panismo sino del ambiente político. Uno de esos expedientes tiene que ver con el talón de Aquiles de Calderón: su polémico secretario de Seguridad, Genaro García Luna, cuyas acciones y decisiones fueron la base sobre la que gobernó Felipe durante seis años en los que la lucha antinarco se convirtió en el mayor tema de su administración. A eso se sumarían varios expedientes de corrupción que involucran a destacados personajes del sexenio calderonista y que también están listos para ser utilizados como una forma de frenar cualquier intento del ex por volver a figurar como factor de poder dentro del panismo.

 

Así que tal vez el ex presidente debería calmar sus ansias de marinero y dejar de invocar tormentas que se le pueden convertir en verdaderas tempestades. No vaya a ser que en su intento de salir nuevamente a flote, Calderón termine por hundirse.

 

NOTAS INDISCRETAS… Y hablando de panistas, entre los que integran la fracción de Senadores de Acción Nacional se escucha cada vez con más insistencia el mote de una sensual mujer que trabaja como asesora del Centro de Estudios “Gilberto Bosques” de la bancada blanquiazul. Le llaman “La primera dama”, aunque en realidad su nombre es Mónica Chaparro y es una joven colombiana que ha cobrado gran notoriedad más por su belleza que por sus capacidades. Hay varios senadores que se preguntan cuál es la materia de especialización de esta guapa colombiana, pero también hay otros que dicen que el poder que tiene Mónica es mucho y que es un bien “muy preciado”… Se baten los dados. Escalera para cerrar semana.