La captura de Joaquín El Chapo Guzmán, si bien representó un golpe a la impunidad del crimen en México, dista mucho de terminar con toda la impunidad que aún reina en el país. Otros delincuentes mexicanos, protegidos por una organización mucho más poderosa que los cárteles del narcotráfico, permanecen impunes, a pesar de que sus crímenes han sido denunciados y documentados y se cuentan por cientos de casos en los que las víctimas, en su mayoría niños, han clamado justicia por décadas.

 

“La aprehensión de uno de los capos más buscados a nivel internacional (en referencia a Joaquín Guzmán Loera) acredita la eficacia del Estado mexicano, pero no debe ser motivo para caer en triunfalismos”, dijo ayer el presidente Enrique Peña Nieto. La pregunta para el Presidente es si la misma “eficacia” del Estado se verá algún día para capturar a esos otros peligrosos delincuentes: los sacerdotes acusados de abusar sexualmente de niñas y niños mexicanos y que siguen impunes, protegidos por la Iglesia Católica.

 

Mientras en varios países del mundo, incluso en El Vaticano se ha empezado a reconocer la existencia de esos crímenes contra menores indefensos, y en algunos Estados ya se ha enviado a juicio a sacerdotes pederastas a partir de las denuncias de sus víctimas, en nuestro país el tema sigue siendo tabú para el Estado mexicano y las autoridades de procuración de justicia, tanto a nivel federal como en los estados, han ignorado las denuncias contra ministros católicos que siguen en la impunidad.

 

Mientras en Inglaterra ayer se anunció que el sacerdote irlandés Francis Paul Cullen, de 85 años, acusado de cometer siete abusos contra niños entre 1957 y 1991 en la diócesis de Nottingham, fue declarado culpable, en México casos mucho más graves como el del sacerdote Nicolás Aguilar, a quien se acusa de haber cometido 120 abusos sexuales contra niños entre 1987 y 2006, siguen sin recibir castigo a pesar de existir denuncias formales e incluso fallos judiciales que lo consideraron culpable de los actos de pederastia.

 

Diversas organizaciones civiles mexicanas documentaron ante el Comité de Derechos del Niño de la ONU los casos de 120 menores abusados en México por el sacerdote Nicolás Aguilar, a quien señalan como uno de los clérigos que más violaciones ha cometido y que no ha sido juzgado ni encarcelado en parte por la indolencia de la justicia mexicana y en parte por la protección de la Iglesia católica en México, particularmente de jerarcas como el cardenal Norberto Rivera Carrera.

 

Al mismo sacerdote al que en México se le ha ocultado y protegido se le acaban de documentar 26 casos de abusos de niños en una parroquia de Los Ángeles. Tras ello, la diócesis de esa ciudad aceptó pagar 13 millones de dólares a las víctimas de los abusos cometidos por el sacerdote mexicano durante una estancia de nueve meses en la diócesis angelina donde estuvo en 1987, enviado por el entonces obispo de Tehuacán, Puebla, Norberto Rivera, para protegerlo de denuncias de abusos que ya en ese año cometió en el estado poblano.

 

En los 90, Nicolás Aguilar es restituido y enviado a la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en la Ciudad de México, con Norberto Rivera ya como cardenal; más tarde vuelve a Tehuacán, a la parroquia de San Nicolás Tolentino. De esa etapa, hay unos 60 testimonios de niños de entre cinco y 13 años en la Sierra Negra de Puebla, y un expediente remitido en enero de 1998 al Juzgado Primero de lo Penal de Tehuacán, donde se sentenció a Aguilar a un año de prisión “por ataques al pudor”, pero se mantuvo en libertad bajo fianza y en 2001 se le concedió un amparo. Dos años después fue declarado culpable de un abuso cometido en 1997, pero siguió libre tras apelar la sentencia. El caso de los 60 niños poblanos acabó en 2004: un tribunal falló que el crimen era muy viejo para ser castigarlo.

 

Ayer que el presidente Peña Nieto hablaba de la “eficacia del Estado mexicano” y que cosechaba elogios y reconocimientos por todo el mundo a su gobierno, lo deseable sería que esa “eficacia” no se muestre sólo en lo que reditúa políticamente como la captura de un narco. Ojalá el Estado no se olvide de dar justicia también a sus niños, víctimas de abusos por curas pederastas, aun cuando tenga que enfrentarse a la impunidad que ha cobijado a la poderosa organización que es la jerarquía católica.

 

NOTAS INDISCRETAS… Anoche se afirmaba que la alianza entre Ernesto Cordero y Juan Manuel Oliva está prácticamente lista. El acuerdo de los dos panistas que buscan la dirigencia de su partido es que Cordero iría como candidato a presidente y Oliva para secretario general. El anuncio lo harán en las próximas horas y es un hecho que irán sólo ellos dos porque Josefina Vázquez Mota ya negoció irse como embajadora a un país de Europa y lo más probable es que le dé su apoyo a Gustavo Madero… Se baten los dados. Apostamos por Escalera.